Capítulo 7

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Bajé del auto al igual que ella y sentí cuando el frío me rozó los brazos.

—Ven, vamos. Tenemos que ir a una de las góndolas — hizo un ademán con la cabeza, indicándome que la siguiera.

Nos acercamos más y pude ver el agua del canal, había otras tres personas que querían subir al transporte de madera. Me detuve, justo antes de subir, Jimin me miró.

— ¿Qué pasa? — preguntó.

—He oído que las aguas de los canales son profundas.

— ¿Tienes miedo?

—No — mentí, pero tampoco quería que ella pensara que era una cobarde, aunque, claramente, lo era.

Ella volvió a reír.

—Ven, no tengas miedo, estas cosas son muy seguras — me extendió su mano para que yo la tomara, su cálido tacto era algo que yo no podría rechazar jamás.

Me tomó de la mano, sujetándome fuertemente, haciéndome sentir completamente segura al instante, era como si el infantil miedo de antes se hubiera evaporado, como el cálido aliento que escapa de la boca en un día frío y no tarda más que un par de segundos en desaparecer.

Finalmente subí a la góndola y ella se sentó a mi lado, mientras que el resto de las personas se situaban delante de nosotras. El gondolero comenzó a remar y el bote a moverse, me estremecí en poco. Jimin me miró y su mirada brillo con cierta ternura, ese par de ojos me brindaban una autentica protección con el resplandor que soltaban.

— ¿Estás bien? — preguntó y su voz se llenó de dulzura.

—Perfectamente — musité embelesada.

Me sonrió, y aquella sonrisa hizo que miles de mariposas aparecieran en mi estómago y revolotearan dentro de él.

Miré arriba, sintiéndome más segura que hace unos segundo y me encontré con el cielo grisáceo, después miré hacia los lados, los ladrillos se elevaban formando un edificio barroco y arcaico de color beige. Podía escuchar los murmullos delante de nosotras, un murmullo ininteligible para mí, puesto que su idioma era diferente al mío, mientras que el gondolero pasaba el remo por el agua y hacia mover la góndola provocando que la sueve brisa me acariciara el rostro.

— ¿Sabes por qué se llama el puente de los suspiros? — preguntó Jimin, interrumpiendo mi análisis del paisaje.

—No, ¿por qué?

—Bueno, este puente une al palacio del Duque con la antigua prisión de la inquisición. Da acceso a los calabozos del palacio y los prisioneros veían desde aquí el cielo y el mar por última vez y suspiraban.

—Nada romántico — me reí.

—No, pero la gente le ha dado tanta fama que el nombre les sirvió a unos cuantos poetas para inspirarse en ese género literario.

Me reí, encantada por su brillante explicación.

— ¿Por qué te ríes? — preguntó divertida.

—Porque pareces una de esas maestras de colegio y me haces sentir como tu alumna.

—Perché in questo caso sono felice di essere il tuo insegnante.

No sabía que había dicho, pero sea lo que sea, me hizo ruborizar. El acento italiano adornaba su melodiosa voz y hacia que las mariposas en mi estómago se multiplicaran.

—Tengo que aprender italiano.

El soplo cálido de su risa me acarició el rostro, apartando la brisa gélida de la mañana.

el manual de lo prohibido [winrina]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora