Capítulo 24

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Se giró al sonido de mi voz y me miró con ojos extraños. No era una mirada de rencor, enojo o algún sentimiento parecido; simplemente era extraña. Me sonrió.

— ¿Crees que sea buena idea irme? — soltó y mis ojos se abrieron en grande.

Oh, no. Volvería a huir de nuevo y todo por culpa mía.

— ¡¿Irte?! Ning, ¿Por qué? Escucha, ¡No es lo que tú piensas! — mascullé, atropellando las palabras.

— ¿De qué hablas? — rio, pero esa aparente diversión no llegaba a los ojos.

—Sé que se veía mal, pero, juro que no hay nada entre Jimin y yo — supliqué, desesperada.

— ¿Qué? — Volvió a reír —. Minjeong, ¿De qué hablas? Eso es ridículo.

—Nos viste abrazadas y... — murmuré, ahora confundida.

—Fue sólo un abrazo, Minjeong — dijo.

—Eso no tiene nada de malo, todos abrazamos a nuestras amigas alguna vez... deberías saberlo — se encogió de hombros y aunque pareciera increíble, noté un tono agrio en su voz,

—Ah... entonces, ¿de qué hablas tú? — pregunté, sintiéndome de veras tonta. ¿Cómo se me ocurría decirle eso a Ning? ¿Ahora que iba a pensar de mí?

—El señor Vittore quiere que lo acompañe a la inauguración de un nuevo hospital en Verona. Soy la mejor enfermera que él tiene — explicó.

—iOh! — exclamé al entender —. Pero, ¿Te irás? — inquirí, ahora captando su anterior comentario.

—Sólo sería por dos días, pero no sé aún — se encogió de hombros.

— ¿Por qué no? digo, es una buena idea. ¿Te pagarán?

—Sí, sería como si trabajara.

—Entonces es genial — dije.

— ¿Cuándo te irías?

—Mañana en la noche.

— ¿Qué? ¿Tan pronto?

Se encogió de hombros una vez más — Es por eso que no he decidido aún. Además, me cuesta dejarlas; a ti, a Jimin, a Aeri.

Sonreí en mi mente cuando consideró a Aeri.

—Sólo serán dos días, Yizhuo. Pero, ¿tú quieres ir?

—Me gustaría — asintió.

—Entonces ve.

—Tengo que comentarlo también con... — la puerta se abrió y de ella salió aquella joven encantadora que me tenía en sus brazos hace unos instantes — Jimin — terminó Yizhuo.

—Yizhuo, aquí estás — dijo, y luego me miró; como si a quien buscase hubiese sido a mí ya que sus palabras habían sonado vacías.

—Qué bueno que apareces, Jimin- dijo ella —. Tengo algo que decirte.

— ¿Sobre qué? — inquirió Jimin.

—Haré un viaje de dos días a Verona con el señor Vittore por la inauguración de un nuevo hospital — anunció.

— ¿Cuándo te vas? — aquella pregunta que salió de los rosados y rellenos labios de Jimin no pareció del todo tierna.

—Mañana por la noche.

—Oh. Bien.

Guardé silencio, no sabía si era mi imaginación o la conversación entre ellas carecía de calor, era una plática fría, como si ambas estuvieran molestas con la otra y nadie se pusiera a considerar los hechos. Me percaté también de que Yizhuo no lo discutió con Jimin, sino que ya había tomado la decisión y sólo se lo hizo saber.

el manual de lo prohibido [winrina]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora