Capítulo 2

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Intenté tragarla y luego tosí cuando lo logré, medio asfixiada aún. Yizhuo apareció de pronto a mi lado, mientras la puerta de la entrada estaba ya cerrada.

—Min, ¿estás bien? — me preguntó, pero la tos seca que salía de mi garganta me impedía hablar —. Te daré un poco de agua, espera — corrió hacia la llave y tomó un vaso, llenándolo rápidamente con el líquido que salía del grifo.

Se acercó a mí y me extendió el vaso, yo tomé del agua, esperando que aquel ardor en la garganta desapareciera y se llevara la tos consigo.

— ¿Mejor? — inquirió.

—Sí — dejé el vaso sobre pretil de la cocina — gracias.

—Eso te pasa por atragantarte de comida, bestia — bromeó y yo reí ante el apodo que desde hace años llevábamos diciéndonos.

—Bueno, eso me pasa porque me hiciste venir desde otro continente sin comer — refuté, riendo.

Yizhuo se sentó a mi lado y me arrebató la galleta para terminarla de comer ella.

— ¡Oye!

—Hay pizza en el refrigerador, creo que eso podría llenarte más que una galleta — dijo.

—Tengo más sueño que hambre, así que mejor mañana me llevas a desayunar — sonreí —. Oye, Ning... — vacilé y me dediqué a jugar con mis dedos —. Jimin es... ¿tu novia?

—Y lo que más amo — afirmó.

— ¿Y por qué no me lo había contado, señorita? — me hice la indignada.

—Porque... llevo un mes saliendo con ella.

— ¿Un mes? ¡Nuestra última llamada fue ayer! — le recalqué.

Ella se encogió de hombros en su lugar.

—Bueno, quería darte una sorpresa.

—Pues lo lograste. Pensé que después de lo de Chenle y tú, ya no... — me quedé en la mitad de la frase, pero ella me entendió.

—Sí, yo también lo pensé. Si no, no hubiera huido del país como cobardemente lo hice — sonrió —. Pero conocí a Jimin y... la amo.

— ¿De verdad? Hace un mes que salen, que tanto la puedes conocer — musité.

—Lo suficiente — me miró seria —. Pensé que estarías contenta por mí.

— ¡Lo estoy! — y lo estaba de verdad, pero algo se removía dentro de mí, algo que me hacía estar confundida. Ese tipo de confusión cuando no te explicas el porqué las cosas avanzan tan rápido de un día para otro —. Estoy feliz de que hayas seguido adelante con tu vida, me pones de ejemplo — admití.

— ¿Qué quieres decir con que te pongo el ejemplo? ¿Sigues enamorada de Minju? — saltó hacia atrás mirándome con los ojos como platos.

— ¡Para nada! Eso ya pasó, a lo que me refiero es que, no te quedas estancada en un pasado; como yo con el accidente de mis padres.

—Oh Minjeong, eso fue hace ya tres años, ahora eres una fotógrafa profesional de veintidós y tienes mucho que sacar de esa vida que llevas — me pasó el brazo por los hombros —. Pero ahora no hablemos de temas tristes, mejor dime, ¿has conocido a alguien especial?

Sonreí ante su curiosidad y su enorme sonrisa indignante. Pero a la mente se me vino el nombre de Jimin, como una oleada del viento; rápida y fugaz.

—Qué cosa más extraña...

— ¿Qué? ¿A quién conociste? — me di cuenta entonces de que lo había pronunciado en voz alta, o suficientemente fuerte como para que ella me escuchara.

— ¿Eh? Ah... — tartamudeé.

—Vamos, sé que conociste a alguien, tus ojos me lo dicen — insistió, con la sonrisa aún más amplia y los ojos chispeantes de curiosidad.

—Pues, amm... sí y no — farfullé.

— ¿Sí y no? ¿Cómo es eso?

—Bueno, conocí a alguien que, a decir verdad, me deslumbró; pero...

— ¿Pero qué?

—Pero, no puedo decir que sea ese "alguien especial" — hice las comillas con mis dedos.

— ¿Por qué no?

—No creo en el amor a primera vista, lo sabes — sacudí la mano, como restándole importancia  asunto.

—Sí; ¿pero sabes? Con Jimin fue amor a primera vista — sonrió, como si de pronto se hubiera perdido en el recuerdo —. ¿Tú dónde conociste a la chica? — su pregunta de repente se disparó.

—Emm... en... — vacilé, mientras buscaba algún lugar ideal — en el avión.

— ¿Se sentó junto a ti? — la curiosidad de Yizhuo parecía nunca terminar.

—Mmm... — recordé entonces cuando Jimin se sentó a mi lado en el piso del pasillo, reí — algo así.

— ¿Quieres contarme?

—No en realidad, no tiene demasiada importancia, Ning. Era solo una chica atractiva, ¿Cuántas más no hay aquí?

Y era cierto, porque, para empezar, Jimin solo era una cara bonita entre muchos otros rostros en toda Venecia y además, no podía inventarme una historia acerca de otra chica solo por no tener el valor de decirle a mi mejor amiga que su novia me parecía lo más atractivo desde que había llegado a Venecia, pues eso en mí no era normal.

—Estoy realmente cansada, Yizhuo. Así que mejor dime, ¿Dónde está mi cama?

—Habitación — corrigió ella y luego sonrió —. Justo allá — señaló hacia la derecha, apuntando una puerta de madera, blanca.

—Gracias. Mañana será un día fenomenal, mañana que ya no esté tan exhausta.

—Que duermas bien, Jeonggie. ¡Wow! No puedo creer que estés aquí — lo último pareció que se lo dijo a ella misma —. ¡Te quiero!

—Y yo a ti. Buenas noches.

Arrastré las maletas hasta el pequeño cuarto que sería mi habitación y luego me interné en él. Era de tamaño medio, ni tan grande ni tan pequeño. Ideal para mí. La cama estaba al otro extremo de la puerta, contra esquina; cerca de la ventana, y había un pequeño escritorio a lado derecho y un armario enfrente de la cama y del escritorio pequeño. Saqué de la maleta más pequeña el estuche donde traía mi cámara, y tomé una foto de la habitación. Aventé luego las maletas en alguna parte del pequeño cuarto y puse con cuidado la cámara en su estuche antes de colocarlo sobre el escritorio, estaba demasiado cansada como para ponerme a acomodar la ropa justo ahora.

Me acosté sobre la cama y coloque las manos bajo la cabeza, entonces me puse a pensar en todo lo ocurrido durante el día, y el rostro que había traído a mi memoria, era tan bello como el de un ángel, pero, un rostro que no me pertenecía.

Pero, ¿por qué había pensado en ella? en la idea de que Yizhuo y Jimin no se conocían lo suficiente como para decirse "Te amo"; me reí por lo bajo al descubrir que lo que yo tenía ahora era envidia, desde Minju solo idiotas habían figurado en la lista de mi corazón, y ahora que Ning había encontrado a alguien, yo le tenía envidia.

Volví a reír. Que patético. Pero lo cierto era que detrás de aquella risa burlona había una palpable preocupación, el corazón de Yizhuo no podía volver a romperse por segunda vez en una forma tan desastrosa como la primera.

Ahí figuraba mi miedo. O eso creía yo.

el manual de lo prohibido [winrina]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora