Capítulo 21

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Los estruendosos gritos me interrumpieron y el movimiento desagradable de mi estómago provocó que cerrara la boca y los ojos con fuerza. El tiempo se me había acabado.

Até mis brazos al cuerpo perfecto de Jimin y escondí mi cabeza en su pecho, llenándome de ese perfume tan exquisito que me transportaba al paraíso al que deseaba volver y luego ella me apretó más con sus brazos, protegiéndome. Oía el paso de las llantas del carro sobre el metal que formaba el riel que a toda velocidad iba cayendo, los gritos combinados entre la euforia y el horror de las personas a mi alrededor y... el corazón palpitante en el pecho de Jimin, al que mi oído estaba pegado. Sentía que los cabellos se me movían con la velocidad y que tenía el estómago en los pies. Una y otra y otra vez.

Cuando abrí los ojos es porque dejé de sentir el movimiento exterior, sin embargo, todo se seguía moviendo dentro de mí. La cabeza me daba vueltas y el estómago estaba apretujado en alguna parte de mi abdomen.

—¿Verdad que fue divertido? — la voz de Jimin me devolvió un poco la calma.

Le miré, incrédula —¿Bromeas? Casi muero estando arriba —farfullé.

Ella soltó una carcajada y ese sonido hizo de mi caos interno una quietud. Me ayudó a salir del juego sin soltarme la mano por si acaso caía. Debía admitir que estaba un tanto mareada.

—¿Y ahora? te toca a ti — me dijo.

— Claro, elijo esa banca de allá — divisé a unos cuantos metros una pequeña banca negra y la apunté. Necesitaba sentarme o si no muchos allí verían la merienda de la tarde.

Ella rio y me llevó hasta la banca.

— No fue para tanto — me dijo, sentándose conmigo y entonces soltó mi mano.

— No para ti, pero yo quise morirme allá arriba — llevé ambas manos a mi cabeza, apretándola con las yemas de los dedos.

Volvió a reír y su risa era algo de verdad reconfortante.

— Y, ¿qué ibas a decirme? — preguntó curiosa.

—¿Eh? — la miré al instante, recordando la confesión que estuve a punto de hacerle.

— Sí, antes de que cayéramos en la primera curva de la montaña dijiste que tenías algo que decirme — insistió.

— Oh, bueno— me estrujé los sesos en busca de alguna excusa —. Que no vuelvas a subirme a una cosa de esas en lo que te resta de vida — farfullé mi mentira esperando que ella la creyera.

Su entonada risa me hizo darme cuenta de que mi tonta mentirilla había funcionado.

— Está bien, está bien. No volveré a hacerlo — prometió, aun riendo.

Mientras intentaba aplacar las ganas que tenía de vomitar, miré a Jimin, que mostraba su perfil izquierdo, como en el auto, ya que miraba hacía uno de los juegos de su lado. Me pareció tan bella y como su ojo conseguía ese brillo con el reflejo de las luces de colores, como su piel suave se volvía de oro y su sonrisa como perlas de mar. Saqué mi cámara y tomé una fotografía de ella.

Me miró.

—¿Sigues haciéndolo? — dijo, divertida.

— Ya te dije que no es necesario que poses — reí.

— Y ahora te ríes — me observó con detenimiento y... encanto —. Tu risa es linda.

No pude evitar ruborizarme, aun en la oscuridad que ya pintaba el cielo, creo que ella notó que mis mejillas adquirieron un tono rosado, ya que sonrió, fascinada.

— Gracias — musité, escondiendo el rubor detrás del lente de mi cámara.

—¿Ya estás mejor? — preguntó. Asentí —. Genial. Hay muchos juegos que nos están esperando — me sonrió de gran manera.

el manual de lo prohibido [winrina]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora