Capítulo 12

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No llevaba la cuenta de los días en un calendario, pero ya eran más de dos semanas las que habían pasado desde que yo había llegado a Venecia, y con ello; la amistad crecía por varios caminos.

Ryujin se había vuelto una persona muy comprensible y amable conmigo, incluso, cuando la invité a salir yo, se mostró emocionada y dispuesta; ahora nos veíamos para tomar un café cada vez que queríamos, o si no, simplemente nos poníamos a platicar en el pasillo antes de entrar a nuestros respectivos departamentos. Había descubierto, además, que tenía espíritu de poeta.

Con Aeri era distinto, había muchísima confianza, debido a que yo era la única persona que había descubierto su secreto ahora, contarnos cosas era parte de una plática casual entre ambas. Era bastante atenta y siempre me preguntaba por Yizhuo, cuando salíamos a pasear, nunca nos faltaba de qué hablar y al final del día, terminábamos contándonos secretos pequeños.

Jisu era otra de las personas con las que había logrado una bellísima amistad en menos de una semana; su simplicidad y simpatía habían sido fundamentales para ello. Era muy animada y siempre, me contara lo que me contara, me sacaba una sonrisa. Además de que yo tomé por costumbre ir al negocio familiar a revelar mis fotografías. Tenía apenas veinte tres años, pero su mente era tan madura que parecía incluso mucho mayor que yo.

Jimin, ese era un caso muy distinto a todas. Ella se había vuelto una gran amiga, el tiempo que compartíamos juntas era mucho más grande que el de cualquier otro, debido a que cada noche a las siete tocaba el timbre y pasábamos una hora riendo, hablando y a veces jugábamos con la baraja de cartas que Yizhuo conservaba de su padre.

Sí, la amistad entre ella y yo crecía cada vez más; pero junto a ello, crecía también una extraña emoción cuando la veía, una extraña sensación cálida en mi estómago y un entusiasmo palpable al oír el timbre sonar cada noche.

Pero solo hasta que llegaba Yizhuo, porque luego, la fierecilla se apoderaba de mí y podía sentirla en mi fuero interno perfectamente disgustada, ella quería más tiempo con Jimin. Todo aquello comenzó a darme cierto temor, estaba experimentando sensaciones bastante extrañas, al menos las denominaba así porque no tenía que pertenecerle a la novia de mi mejor amiga.

Miré el reloj en forma de gato que pendía de la pared cercana a la cocina, eran las cuatro y media de la tarde. Tomé mi morral y me dirigí al estudio de fotografía, para que Jisu me ayudara con las fotos, como siempre. Al salir me encontré con Ryujin quien al instante me regaló una bonita sonrisa.

— ¿Vas a algún lado? — me preguntó.

—Sí, al laboratorio de fotografía.

—Oh, ¿quieres que te acompañe? — se ofreció.

—Si quieres,  mí me encantaría.

Así, salimos hasta allá. Ryujin era muy inteligente y la verdad que bastante linda también. Yizhuo me había mencionado varias veces que era muy obvio que yo le atraía a Ryujin; sin embargo, era como si mis ojos hayan quedado cegados por un meteoro, y ya no pudiera ver las estrellas. En este caso; Jimin sería el meteoro y Ryujin la estrella.

Cuando llegamos, Jisu tardó en salir, estaba peleando con la máquina de impresión, de nuevo.

— ¡Espera solo un momento, Minjeong! — gritaba desde atrás, mientras que yo no dejaba de reír.

Pobre de ella, esa máquina siempre le sacaba canas verdes. Ryujin permaneció tranquila, observando las cosas en el local, hasta que Jisu apareció por fin detrás del mostrador.

— ¡Listo! — me sonrió con esa sonrisa que se expandía tierna sobre su rostro.

Cuando Jisu desvió la vista de mí, la posó en la única otra persona que estaba conmigo. Ryujin la miraba embobada.

el manual de lo prohibido [winrina]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora