Capítulo 17

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—Hola — me dijo.

—Hola — musité, confundida.

— ¿Puedo pasar? — preguntó.

—Adelante — animó Yizhuo, esperando ver la escena que ya imaginaba.

Recordé las palabras de Aeri de esta mañana, y me esforcé de verdad por no sacarle provecho al asunto. Al menos no a propósito.

Ryujin condujo sus pies hasta quedar atrás de mí, y luego yo cerré la puerta, temiendo por lo que pudiera pasar a continuación.

—Ten, es para ti — me dijo cuándo la miré y me extendió el ramo.

No quería, pero no pude evitarlo y miré por la colilla del ojo a Jimin, quien tenía un ceño ligeramente fruncido. Luego a Yizhuo, quien con ojos bien abiertos contemplaba la escena, ajena a la expresión de su novia y completamente emocionada; como de esas niñas que ven un espectáculo de navidad en primera fila y apenas pueden esperar para saludar al sujeto gordo vestido de Santa Claus.

—Gracias, Ryujin — tartamudeé, tomando los obsequios.

—Te dije que lo haría y bueno, yo siempre cumplo — musitó.

Antes de que pudiera yo decirle algo, Yizhuo habló, pero para Jimin.

—Oh, amor, eso me hizo recordar. Gracias por los chocolates, están deliciosos — besó su mejilla.

Jimin, desconcertada, frunció el ceño.

— ¿Cuáles chocolates? — preguntó.

Uh, oh. Pensé. El corazón se me aceleró en un intento de explotar de nerviosismo y las manos desprendieron un poco de sudor frío.

— ¡Eh, Jimin! — dije, adelantándome a la situación —. Los chocolates que le dejaste ayer a Yizhuo ayer, como disculpa porque no pudiste venir, ¿recuerdas? — rogaba porque Jimin me siguiera la corriente y también porque no se molestara conmigo.

Miré de reojo a Ryujin, quien sabiamente guardaba silencio y su rostro me decía que trataba de comprender lo que estaba sucediendo.

Los ojos de Jimin me miraron, extraños. Fue una mirada que no supe describir, sus ojos me dijeron algo, pero yo no entendí, estaba demasiado nerviosa como para ponerme a descifrar el mensaje que me gritaban.

Luego de un silencio, Jimin retiró su mirada de mí y le sonrió a Yizhuo.

—Sí, ya recuerdo — musitó —. De nada — dijo.

Suspiré de alivio. Después de eso, Yizhuo volvió al ataque.

—Y Ryujin, ¿a qué se debe tan gran detalle con Minjeong? — preguntó ella, preparada quizá para la bulla.

—Emm — tartamudeó.

—Porque somos excelentes amigas, ¿verdad? — interrumpí.

—Claro — respondió.

—Chicas, les daremos privacidad. Ryujin y yo iremos a mi habitación — tomé la mano de Ryujin mientras que con la otra sostenía las cosas —. Vamos — la llevé hasta mi cuarto, mientras que esta trataba de comprender mucho más todo lo que había ocurrido antes.

La mirada inquisidora de Yizhuo estaba a mis espaldas y la de Jimin, desconcertado, también nos seguía, hasta que nos deshicimos de ambas al cerrar la puerta.

Cerré los ojos y suspiré.

—Dios... — murmuré, aliviada.

— ¿Qué acaba de ocurrir allá afuera? — preguntó Ryujin.

el manual de lo prohibido [winrina]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora