Capítulo 18

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Se limitó a intimidarme y cuando lo notó, dejó de hacerlo y bajó la mirada.

—¿De qué tanto hablaron tú y Ryujin? — preguntó Yizhuo, la curiosidad que siempre había existido en el ahora me resultaba extrañamente fastidiosa.

—De nada importante, ya sabes — me encogí de hombros —. Su tía, la cena — dije, divagando un poco —. ¿Sabes? Voy a ver si tenemos correspondencia — inventé, para poder escapar un rato de aquel incómodo momento.

—Pero...

No deje que Yizhuo terminara e interrumpí el sonido de su voz cuando la puerta me colocó del otro lado, suspiré y bajé con lentitud las escaleras, necesitaba un poco de aire fresco. Llegué hasta el último piso y revisé en el cajón marcado con el 312 para ver si teníamos correspondencia, no había nada más que unos cuantos folletos de publicidad sobre cuentas de banco, a lo poco que pude entender. Arrugué los papeles y los hice bolita mal hecha, luego salí del edificio y me senté en las escaleras de la entrada en dónde deposité las bolitas de papel a un lado, me llevé ambas manos a mis antebrazos, esta noche había decidido teñirse de un azul oscuro y gélido aire. Suspiré, haciendo que el vapor saliera de mi nariz y chocara con el frío.

La puerta se abrió a mis espaldas y antes de que pudiera articular algún pensamiento, su voz me distrajo.

—Necesitamos hablar — me dijo Jimin, haciéndome pegar un brinco, su tono era un poco áspero y cuando me giré a mirarla, se esforzaba en ocultar un rostro medio colérico, pero la máscara no resistía muy bien.

De pronto me asusté. ¿Tan mal se había tomado que yo le haya dado los chocolates a Yizhuo? Le miré con ojos angustiados.

Se sentó a mi lado, allí en el frío cemento de las escaleras desgastadas de la entrada y el contacto con su piel me produjo un tierno calor cuando pegó su brazo y hombro al mío.

—¿Qué sucede? — pregunté.

—¿Qué fue eso? — me dijo, con el mismo tono de voz.

—¿Qué fue qué? — esto parecía un juego de palabras.

—Eso, con Ryujin, ¿por qué te besó?

Me solté a reír de puro nerviosismo, yo pensando que el me daría una buena amonestación por lo de los chocolates y, ¿me sale con eso?

—No me besó — dije.

—¿Entonces cómo le llamas al hecho de que ella haya pegado sus labios a los tuyos?

—¿Qué? — reí aún más y al parecer a Jimin no le hacía mucha gracia —. Ryujin no me besó, no en los labios, al menos. Fue solo un beso de amigas.

—Pues no parecían amigas — farfulló.

—Yu, pareces mi madre — dije, medio molesta por tener que darle explicaciones y la risa se volvió una línea tensa en mis labios.

Jimin suspiró y decidió mejor cambiar de tema, aunque no de tono de voz.

—¿Por qué le diste los chocolates a Yizhuo? — preguntó.

—Porque ella es tu novia, Jimin — dije, aunque me haya dolido rectificar aquello —. A ella es a quien debes de darle los chocolates, rosas, osos de peluche o lo que sea.

—Pero yo te los quise dar a ti — insistió.

—Y yo no iba a decirle eso a Ning, ¿o sí? — suspiré —. Jimin, ¿por qué te molestas tanto con las cosas que hago? ¿Por qué te importa que le haya dado los chocolates a Yizhuo e inventado una excusa para salvarnos el pellejo? ¿Por qué te molesta si Ryujin me besa o me lleva chocolates?

el manual de lo prohibido [winrina]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora