Capítulo 25

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Había estado la mayor parte del tiempo con ellas dos, y me había dado gusto la noticia de que ahora eran casi inseparables; sólo le faltaba a Ryujin decidir qué día le pediría que fuera su pareja.

Salté de mi asiento al percatarme de la hora.

—Demonios, es tardísimo — dije, levantándome de la silla mientras que Ryujin y Jisu me miraron confundidas.

— ¿Tarde para qué? — preguntó Ryujin.

—El viaje de Yizhuo, ¿recuerdan? — les había contado la historia a la hora de la comida, Jisu me llenaba de consejos y Ryujin resultó ser unos excelentes oídos.

—Oh, verdad.

—Habla con ella, Min. Una amistad se vuelve más sólida si ambas hablan de lo que les preocupa — me aconsejó Jisu, como toda la tarde lo había estado haciendo.

Era increíble cómo podía ella expresarse así, con tanta naturalidad, con tanta sabiduría.

—Gracias, Jisu. Espero tener el tiempo — miré el reloj —. Y si no me doy prisa, no podré despedirme.

— ¡Suerte! — agitó la mano cuando me dirigí a grandes zancadas a la puerta de salida.

—Hasta pronto, Minjeong — dijo Ryujin.

Salí dándoles una sonrisa y apresuré el paso hasta el edificio. Faltaban doce minutos para que las ocho y media se dieran, Yizhuo tenía que partir antes de las nueve.

Mientras corría hacía mi destino, recordé a Jimin; ella ya debería de estar allí, seguro. Eso hizo que mis pies disminuyeran su velocidad un poco. No quería llegar y toparme con la despedida amorosa entre ambas porque sabía muy bien que me iba a doler, incluso pensarlo ya causaba un sensación de malestar en el corazón.

Por primera vez utilicé el ascensor y llegué hasta el tercer piso en tres cuartos de minuto, di grandes zancadas hasta el departamento y abrí torpemente la puerta, esperando a que Ning no se hubiese ido ya.

— ¡Ning!, lamento... —mi frase se quedó inconclusa porque justo al abrir la puerta me encontré con la escena romántica que quería a toda costa evitar. La despedida amorosa entre Yizhuo y Jimin.

— ¡Minjeong! Qué bueno que llegaste antes de que partiera. Pensé que no vendrías — la broma no le salió como tal. Se deshizo del abrazo de Jimin y se dirigió a mí para abrazarme. Algo del perfume de ella había quedado impregnado en sus ropas y llegó hasta mi nariz de forma tenue.

Intenté sonreír y poner buena cara, aun sintiendo los horripilantes deseos de estallar en berridos y dejar salir a borbotones las pesadas lágrimas que sentía que me empañaban ya la vista. Una gota de agua salada cayó al hombro de Yizhuo, una lágrima que no pude reprimir.

—Oh, Minjeong, pero no llores, o me harás llorar a mí — su tono de voz se tornó cálido y tierno, como siempre había sido.

Ella creía que yo lloraba por su viaje. Era un buen pretexto, pero me sentía mal porque no era cierto. La verdad era que si sentía dolor, pero era uno propio del corazón, causado por la hipócrita actitud que estuve poniendo con ella todo este tiempo, lloraba porque ella no lo merecía. Sonreí, esperando que no fuera muy evidente lo falso en él.

—Cuídate mucho, Ning — murmuré —. Te voy a extrañar — aquello había sonado honesto, porque era verdad.

—Yo también — me dijo.

Luego, la mano de Jimin me acarició la espalda en busca de darme consuelo.

Hasta ese momento recordé su presencia y un inexplicable rencor me invadió. La odiaba bastante, pero de igual manera, la amaba más de lo que podría llegar a odiarla. No entendía cómo es que había ilusionado tanto a mi corazón y luego lo había dejado caer en un agujero sin fondo y muy oscuro.

el manual de lo prohibido [winrina]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora