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¿Qué era lo malo del hechizo de tacto? Era un problema que para Yeonjun al principio no lo era, y no lo es, pero estaba seguro que en el futuro lo sería.

Lo malo del hechizo era que se haría adicto a tocarlo, Soobin no querría dejar de tocarlo en ningún momento, lo cual le resultaba un poco gratificante, pero a la vez no, el azabache tenía responsabilidades además de tocar al espíritu.

¿Eso era una responsabilidad?

— Yeonjun, ¿Qué está sucediendo? Dime que estoy loco, tu no eres real, no eres real, no es real, no es real...— se repetía a sí mismo y Yeonjun frunció el ceño.

— Soy muy real, Soobin.— le dice intentando tocarlo, pero el mayor se aparta.

— ¡No! Tu eres un proyecto de mi imaginación, mi imaginación está haciendo a alguien que es perfecto solamente porque siempre estoy solo, estoy solo, oh, estoy loco, ¡Soy un loco que está solo! Necesito pareja... necesito, necesito...— bajó la voz al darse cuenta de que estaba gritando.

— ¿Qué necesitas?— preguntó cautelosamente el pálido.

— ¿Sabes que necesito? Salir, beber y tener sexo, joder, hace mil años que no lo hago y tu eres un proyecto de mi imaginación malditamente sexy.— Yeonjun rió tiernamente al escuchar eso.

— No soy un proyecto de tu imaginación, pero, gracias por decir que soy tan perfecto que podría serlo, ¿Soy malditamente sexy para ti?, ¿Quieres tomarme justo ahora?— y mirándolo fijamente se quitó la chaqueta que tenía, que cuando cayó al suelo parecía una prenda completamente normal, era de color negro, pero a Soobin eso era lo que menos le importaba, ¿Qué estaba haciendo Yeonjun?— Soobin, me gustas, no, estoy locamente enamorado de ti, por eso estoy aquí, contigo, porque estoy convencido de que mi lugar es contigo y solamente contigo, ¿Entiendes?, ¿Puedes entender lo enamorado que estoy de ti?— se acercó y el azabache no podía hablar.

— ¿Te gusto?— preguntó en un aliento.

— No, estoy enamorado, jodidamente enamorado y nada en el mundo va a poder cambiar eso.— se acercó un poco más.— Estoy tan harto de esperar.

Soobin volvió en si, esto era una locura, una completa locura, todo lo era desde que Yeonjun llegó, todo lo es, con el menor todo lo es.

Estaba convencido de que era un proyecto de su imaginación, pero, que bien lo conocía su propio cerebro en ese caso, Yeonjun era un sueño para él.

Lo aceptaba, el espíritu ya le gustaba y no había vuelta atrás, no cuando lo tenía al frente quitándose la ropa, no, simplemente no, mucho menos cuando pasó de ser incoloro a ser ese chico pelinaranja.

Los verdaderos colores de Yeonjun y él podía verlos, ¿Sería por lo hermoso que le parecía a sus ojos o por lo enamorado que ya se sentía? Quería abrazarlo de nuevo y jamás soltarlo, tenía miedo de tomarlo y no querer dejarlo ir luego, pero, ¿Por qué debería hacerlo? Dicen que el amor es imposible, y Soobin comenzaba a creerlo.

¿Un humano y un espíritu enamorados? Eso no era para nada posible, pero, como dije, con Yeonjun todo era una locura.

El menor puso una de sus manos sobre el pecho del azabache, y se miraron por unos segundos que parecieron una eternidad.

— Tócame, Soobin, hazlo por el amor de Dios.— suplicó el espíritu.— Esperé tanto tiempo por ti.

Soobin colocó sus manos sobre la cintura de Yeonjun y lo atrajo hacia él mientras que el contrario pasaba sus manos por su pecho hasta formar una especie de abrazo, quedando los brazos de Yeonjun al rededor de su cuello y los de Soobin al rededor de su cintura.

Viernes 13 [Soojun]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora