Sabrina estaba en la entrada del Palacio esperando con desgano al Emperador y a la Emperatriz, detestaba por completo la idea de tener que darle la bienvenida a su hermano menor... O más bien, detestaba tratarlo con respeto.
Rashta en cuanto llegó decidió acercarse a Sabrina, tomándola del brazo.
—Hola, cuñada. ¡Rashta está muy feliz de verle! —Gritó la peliplateada con alegría, a lo que Sabrina muy falsamente decidió seguirle la corriente.
—También me alegra verte, Rashta. —Demostró una sonrisa.
En cuestión de unos cuantos minutos se apareció Heinrey, fulminando a todos con su mirada. Al parecer el Príncipe del Reino Occidental venía de mal humor, se podía notar tan solo en la expresión de su rostro; traía el seño levemente fruncido y la mirada perdida. Mckenna no se encontraba ahí para poder tranquilizarlo, por lo que Heinrey duró un buen rato molesto.
Y ahí estaba, esperando pacientemente la llegada del Emperador y de la Emperatriz al Palacio.
El carruaje llegó en un par de segundos, el conductor detuvo a los caballos. La puerta que daba hacía el Palacio del carruaje se abrió, de ahí salió el Emperador. Los ojos de Rashta recuperaron su brillo casi de inmediato, pues muy en el fondo deseaba que la Emperatriz y el Emperador regresaran al Palacio; no quería que ellos estuvieran juntos y mucho menos a solas.
Sovieshu dió la vuelta para abrir la puerta del lado de Navier y así ayudarla a bajar del carruaje. La Emperatriz y el Emperador subieron juntos las escaleras, al llegar al final de ellas decidieron tomar diferentes rumbos. Heinrey no pudo resistirlo, quería llamar la atención del Emperador a como diera lugar y decidió correr hacia la Emperatriz y envolverla en sus brazos.
—¡¿Heinrey, qué le sucede...?! —Preguntó Navier en voz baja, no quería dejar en ridículo a su amante frente al Emperador.
—Usted solo finja, actúe como si me hubiera extrañado durante todo este tiempo. —Le susurró.
Sovieshu estaba desconcertado, no se esperaba algo así y menos proviniendo de la Emperatriz; una mujer discreta, disciplinada, terriblemente correcta y perfeccionista. Era ridículo, ¿se trataba de la misma mujer con la que él se había casado? Ella nunca había sido amorosa, le avergonzaba demostrar cariño en público. Entonces... ¿Simplemente la Emperatriz no lo amaba y por eso nunca le dió muestras de afecto en público?
¿Esa era la razón por la que el matrimonio de ellos se sentía tan forzado? ¿Por eso los dos se sentían tan incómodos cuando estaban a solas?
—¡Oh, mi Reina me hacia tanta falta! ¡La extrañé tanto, cuando estoy lejos de usted el día me parece eterno! —El pelirrubio sumergió su rostro descaradamente en el hombro derecho de Navier, mirando atentamente a Sovieshu.
El Emperador mostró una pequeña sonrisa burlona haciendo que Heinrey se sintiera patético, demostrando que se necesitaba mucho más que eso para provocarlo. Él siguió su camino, ignorando por completo a Rashta y a Sabrina. Esos aires de grandeza y superioridad se encargaron de humillar a todos, en especial al Príncipe del Reino Occidental.
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𝐌𝐢 𝐅𝐫𝐮𝐭𝐨 𝐏𝐫𝐨𝐡𝐢𝐛𝐢𝐝𝐨.
FanfictionHistoria alternativa de la Emperatriz divorciada en la cuál el príncipe Heinrey se enamora del Emperador Sovieshu. (Rashta no estará embarazada y será menos imprudente que en la novela al igual que Sovieshu. Habrá personajes nuevos que no aparecen e...