Navier siguió tocando la puerta, por sus acciones parecía ser que estaba desesperada pero su rostro demostraba todo lo contrario.
El Emperador recogió toda la ropa de Heinrey y la escondió debajo de uno de los sofás de su habitación, él actuaba con tranquilidad a pesar de todo lo que había hecho.
Sovieshu subió su ropa interior y su pantalón de inmediato para después abrir la puerta rápidamente.
—Emperatriz, ¿a qué se debe su vista? — Preguntó vagamente a lo que Navier se quedó callada unos cuantos segundos, todo esto le parecía muy sospechoso. El olor corporal que enmanaba Sovieshu no era el mismo de siempre, parecía que se había encargado de prácticamente empapar todo su cuerpo en su propio perfume y esto hacía que su olor fuera más llamativo sin llegar al grado de ser desagradable o molesto pero si muy penetrante. Utilizar demasiado perfume era algo muy extraño ya que el Emperador desde siempre había buscado tener un aroma sutil y no un aroma tan fuerte.
—Escuché que Claudette se convertirá en tu amante. —Fingió demencia ante aquel misterio.
—Sí. Creí que te molestaba que mi primer amante no tuviera la suficiente clase que esperabas, así que me decidí a elegir a una que si cumpliera con tus expectativas. —Dijo con cinismo.
—Yo... No. Está bien. Se supone que nunca quisiste tener tu propio establo de mujeres para satisfacer tus necesidades, pensé que ibas a ser diferente que el antiguo Emperador. ¿Pero qué podría esperar de un Vikt? Veo que le harás honor a tu apellido.
—¿La Emperatriz está celosa? Creí que no te importaba que yo tuviera amantes. —Ver a su esposa molesta por alguna razón lo hacía sentir bien, el hecho de saber que ella le estaba brindando de su atención le agradaba.
—¿Celosa? Que absurdo. —Miró de pies a cabeza a Sovieshu y pudo notar que él tenía una gran erección, era muy notorio a pesar de que traía el pantalón puesto ya que su pene se veía a través de la tela.
—¿Por qué sería absurdo, Navier? Es lindo que por primera vez en tanto tiempo voltees a ver a este pobre hombre. —Al decirle aquellas palabras fingió timidez.
Navier cruzó los brazos y arqueó la ceja izquierda, conocía perfectamente a Sovieshu y sabía que él estaba actuando.
—Su Majestad, su pantalón... Está entreabierto. —Expuso su incomodidad al verlo malvestido.
Él rió, Navier solo lo observaba con una gran confusión. Estaba perturbada ante tales comportamientos provenientes del Emperador, si bien su actitud era la misma de siempre había algunos factores para nada usuales en Sovieshu. Esa desfachatez era inusual.
—¿A caso necesito estar perfectamente vestido mientras me masturbo yo solo en mi habitación, Navier?
—¿De qué habla, su Majestad? —Preguntó algo horrorizada, esperaba haber malinterpretado todo lo que el Emperador le había dicho pero para su mala suerte había comprendido a la perfección.
Su corazón palpitó un par de veces, comenzó a acelerarse poco a poco.
—¿De qué hablo? De que no necesito estar bien vestido mientras me masturbo.
—Me retiro. —Solo pudo decir al haber aclarado sus dudas y dar la media vuelta pero para su sorpresa Sovieshu no tenía planes de dejarla irse en ese momento y tomó la mano de Navier para evitar que se fuera.
—Qué tiene de extraño que haga algo así, Navier? ¿A caso el placer es un pecado?
—El placer no, sin embargo la lujuria si que lo es. —Supo de inmediato cómo contestar sus preguntas.
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𝐌𝐢 𝐅𝐫𝐮𝐭𝐨 𝐏𝐫𝐨𝐡𝐢𝐛𝐢𝐝𝐨.
FanfictionHistoria alternativa de la Emperatriz divorciada en la cuál el príncipe Heinrey se enamora del Emperador Sovieshu. (Rashta no estará embarazada y será menos imprudente que en la novela al igual que Sovieshu. Habrá personajes nuevos que no aparecen e...