Capítulo 11: Símbolo

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"SÍMBOLO"

A todos les gusta ser reconocidos. Muchos viven y mueren por la esperanza de ganar premios que les otorguen grandeza, poder... identidad. Y no logran ser felices hasta que se les reconoce por aquella hazaña o descubrimiento audaz, porque lo único que quieren es una pequeña, incluso mísera prueba de éxito.

Y cualquiera moriría por el título.

Pero Armin Arlert no era uno de ellos.

Desde el día en el que se le había elegido por encima del comandante Erwin Smith, cada maldito segundo de su existencia, Armin se había lamentado profundamente. No sólo sus amigos de la infancia creían en él y en sus increíbles habilidades académicas, sino también su líder de escuadrón, y la ahora comandante Hange Zoe. Pero, aún así, él sentía que cada mañana se levantaba con un peso en la espalda que no lo dejaba respirar, un peso tan grande que era imposible de ignorar. El peso de el título.

Todos sabían que el capitán había dejado morir al comandante Erwin para salvarlo a él. Y ahora Armin tenía que cargar con ese título, como si fuera una gran equis roja en la frente.

De vez en cuando, no sólo entre sueños sino también durante el día, escuchaba las voces de sus compañeros luchando contra Levi por la jeringa que definiría el destino de la humanidad.

Y en ese momento, rodeado de decenas de personas, con la mirada clavada en el suelo, las escuchó de nuevo.

Los gritos de Mikasa, las súplicas de Eren...

Levantó la mirada cuando las enormes puertas de madera de la sala principal del reino se cerraron con un sonoro azote y todos comenzaron a murmurar. Eren y Mikasa habían sido los únicos a los que se les había permitido entrar a la reunión con los Azumabito, y Armin no había sido capaz de replicar a la decisión del capitán.

Y mientras las voces de los soldados se superponían entre sí, Armin recordó el día en que les entregaron las medallas a él y su escuadrón. Ese día, hace más de un año, luego de las declaraciones de Floch sobre la muerte del comandante Erwin, todos habían comenzado a murmurar a su alrededor, justo como en ese momento. Y él estaba solo, en medio de la multitud, mientras los susurros lo criticaban sin piedad.

Poco a poco comenzó a sentir que le faltaba el aire. Cerró los ojos mientras se sentaba, intentando tranquilizarse. Pero algo en su cabeza le repetía que él no debía estar ahí, que no lo merecía... que era sólo un inútil pedazo de carne para cañón.

A lo lejos, antes de que la oscuridad lo consumiera por completo, una voz lo llamó.

—¡Armin...!

El rubio abrió los ojos y alzó la cabeza. Scarlett venía hacia él con una expresión de preocupación. De pronto, los gritos de su mente se callaron y las voces de los soldados a su alrededor dejaron de ser tan molestas. Armin se levantó y se alisó la camisa con las manos, intentando sonreírle a Scarlett.

Aunque ella tenía ojeras marcadas bajo sus ojos y los labios secos, a Armin le pareció que lucía bastante linda con su pantalón oscuro y camisa rosácea.

—¿Estás bien? — tan pronto la tuvo de frente, Armin se sintió nervioso de una manera mucho más satisfactoria que hace unos instantes. Se quedaron de pie mirándose entre sí —. ¿Qué pasó? Estabas ahí solo y... parecías muy estresado. ¿Kiyomi está ahí? ¿Dijeron algo?
—No pasó nada. Entraron hace rato — respondió, alzando su mano para rascarse la nuca con nerviosismo —. Lo siento, solo estoy cansado.

A pesar de todo, le dedicó a Scarlett una sonrisa sincera que ella le devolvió con la misma intención. Y siguieron así, de frente, mirándose a los ojos.

𝐆𝐔𝐀𝐑𝐃𝐈𝐀𝐍𝐀 𝐃𝐄𝐋 𝐓𝐈𝐄𝐌𝐏𝐎 ; 𝐀𝐫𝐦𝐢𝐧 𝐀𝐫𝐥𝐞𝐫𝐭Donde viven las historias. Descúbrelo ahora