Capítulo 7: Apellido

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"APELLIDO"

—Es ella — murmuran los niños entre risas silenciosas —. Mírala.

Scarlett camina por el pasillo principal de la escuela primaria mientras la siguen cientos de miradas. Los murmullos se confunden entre sí pero ella sabe lo que quieren decirle.

Su mirada está perdida en el final del pasillo, ansiando poder salir de ese largo instante, pero alguien la hace tropezar y entonces las risas de los niños dejan de ser silenciosas.

—¿A dónde vas? — le grita uno de ellos — ¿a buscar a tu papá?
—¡Así quizás puedas ser alguien!

La pequeña pelinegra no puede cubrirse el rostro porque sus cabellos aún son cortos y sus manos están llenas de libros. Intenta incorporarse al tiempo que guarda las lágrimas con todas sus fuerzas. Su respiración se acelera y los gritos no se detienen.

—¿No te da vergüenza estar en esta escuela siendo una marginada?

El pasillo parece infinito cuando Scarlett corre hacia la salida. La idea de ser libre parece inalcanzable.
La luz del final la ciega. Sus oídos se llenan de un pitido agudo. Su corazón palpita con intensidad.

Es entonces cuando vuelve a sí misma.

Hange discutía con Shadis en un cuarto lleno de eco. Scarlett divisó su nombre en una hoja arrancada y sucia que estaba sobre el escritorio. De repente, el sonido la invadió.

—¿Scarlett? ¿Estás escuchándome?
—Sí — inhaló rápidamente y parpadeó varias veces. Luego miró a Hange y asintió. — Sí, lo siento.
—Es solo un pequeño problema, ¿verdad? — dijo la comandante. Sus grandes ojos cafés miran a Scarlett y ella siente que le ruegan respuestas sinceras.

Antes de que Scarlett entrara en ese pequeño trance en el que recordó con nitidez un momento aleatorio de su infancia, Shadis le explicaba a Hange que el nombre de la joven no aparecía en la lista de graduados porque la información de su expediente estaba "incompleta".

Le faltaba el apellido.

Y aunque era una cuestión mínima comparada con los problemas que amenazaban Paradis, Shadis se apegaba con furor a las reglas del gobierno, las cuales no le permitían declarar graduado a un alumno cuyos datos fueran insuficientes.

Hange se mostró indignada y reclamó de inmediato que Scarlett tenía que estar en las listas incluso si no se tenía registro alguno de ella, sólo por su increíble desempeño en el entrenamiento entero.

Aún así, Shadis se niega y es entonces cuando la comandante se dirige a la joven:

—Díselo, Scarlett.
—¿Qué cosa?
—Tú apellido.

El tiempo se detuvo en un instante que contuvo todas las memorias pasadas de Scarlett. Se vio aturdida por la cantidad de pensamientos que le gritaban al fondo de algún rincón de su mente.

Se levantó de un salto y sus ojos rojos se llenaron de lágrimas. Su mirada se perdió en el suelo del despacho de Shadis mientras negaba repetidamente con la cabeza.

—No... no puedo — sollozó. El entrenador y la comandante la observaban sin entender. — Lo siento, Hange. Perdón.

En menos de un minuto, se dio la vuelta y abrió la puerta, haciéndola rechinar en todo el lugar. Afuera de ella, Armin la observó sonrojado, con preocupación en los ojos, pero Scarlett lo ignoró y salió corriendo.

𝐆𝐔𝐀𝐑𝐃𝐈𝐀𝐍𝐀 𝐃𝐄𝐋 𝐓𝐈𝐄𝐌𝐏𝐎 ; 𝐀𝐫𝐦𝐢𝐧 𝐀𝐫𝐥𝐞𝐫𝐭Donde viven las historias. Descúbrelo ahora