Capítulo 16: Declaración de guerra

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"DECLARACIÓN DE GUERRA"

"Todo está listo. Tenemos un plan, una fecha y un lugar. Cada uno de nosotros sabe exactamente qué hacer y cuándo hacerlo. Los macabros detalles de nuestro golpe fueron metódicamente detallados la última reunión. Visto desde cierto ángulo, podría decirse que todo es perfecto.

A excepción de que Armin y yo no hablamos hace días.

Desde que salí de su habitación con un azote y me encerré en la mía por días, todo se siente diferente. Y ahora estamos a horas del ataque, a horas de mi regreso a la nave. No sé si tenga el valor de ver a todos a la cara por última vez antes de fingir que muero de una forma casualmente conveniente. Pero sé, por dios, sé que no puedo irme así, sin hablar con Armin una vez más.

No puedo."

La noche aún no es tan densa como para que Scarlett necesite más que la centelleante llama de una suave vela para vislumbrar las hojas esparcidas por su mesa de caoba. Sin embargo, la luz cálida le cansa los ojos. O quizás siguen hinchados.

En el cielo, que se pinta de un azul cada vez más oscuro conforme las horas se alargan, la luna brilla vagamente, como si no tuviera ganas de provocar ninguna fascinación esa noche. Algunas nubes se extienden alrededor de ella, abrazándola, opacándola más —si es que eso es posible—.

Al inhalar, la joven siente un ligero ardor en la nariz. El aire no ha hecho sino volverse más gélido conforme se acerca el fin de año, y, a diferencia de su nave natal, en el cuartel de la legión nadie parece tener espíritu navideño.

No le molesta. Desde que Dorothea murió, a Scarlett no le han interesado las festividades que se basan en pasar tiempo con la familia. Parece que no es necesario explicar el por qué.

Y aunque al principio Rost insistía en animarla a decorar su habitación, hacerle regalos e invitarla a cenar en nochebuena, ella jamás dio señales de que esos esfuerzos estuvieran dando frutos. Él podría jurar que no la vio sonreír en navidad por cinco años seguidos.

Pero, sin importar ninguna de esas cosas, la realidad era que nadie se sentía en condiciones de pretender llevar a cabo una festividad sobre la paz y el amor, cuando los envolvía un contexto pintado de un rojo sangre en lugar de un rojo navideño.

Y ese tono de rojo que era tan difícil de definir pero tan simple de imaginar, abarcaba cada vez más días de la vida de Scarlett. Y lamentablemente, eso no haría más que aumentar.

"A esta hora mañana estaremos en Liberio, asesinando a una población entera con tal de cumplir el destino de Eren. Hace tiempo dejé de preguntarme si habría accedido a esta matanza si la Federación no me lo impusiera; si mi madre no se apareciera en mi mente cada que, con el atisbo de mi vista periférica, hago el mínimo gesto de echar un vistazo a un camino distinto al que han tallado para mí."

Sus dedos aprietan la pluma, casi troceándola. Es como si una especie de claustrofobia la consumiera por dentro al pensar en lo limitado de sus decisiones. Luego imagina los ojos de Armin. La suavidad de su aroma. El brillo de sus cabellos dorados.

Con un suspiro, se traga el doloroso nudo que ata su garganta, pasando el dolor al pecho. Se aminora, pero no desaparece.

Al menos ahora puede respirar.

𝐆𝐔𝐀𝐑𝐃𝐈𝐀𝐍𝐀 𝐃𝐄𝐋 𝐓𝐈𝐄𝐌𝐏𝐎 ; 𝐀𝐫𝐦𝐢𝐧 𝐀𝐫𝐥𝐞𝐫𝐭Donde viven las historias. Descúbrelo ahora