Zoro: Soy tuyo

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No se había percatado de lo ansioso que estaba. La espera se alargó más de lo que debió, o era él que se sentía de ese extraño modo. El clima a veces solía jugarles sorpresas y no tan bonitas, retrasando la llegada del Sunny a algún puerto seguro (y ojalá esa isla fuera una ciudad, aunque pequeña).

La cara empezó a doler al tener apretados los dientes con tanta fuerza. Hacía un tiempo que encontró un buen hospedaje, y eso quiere decir que tardó bastante, pero Sanji todavía no llega, todavía no lo encuentra.

Tiene el trasero congelándose por la larga espera.

El clima de la isla es invernal. En las calles se puede ver el rastro de la pasada nevada que humedece las calles empedradas, amontonada en el pretil angosto de las calles todavía más angostas. El cernidillo empieza a caer, y él empieza a pensar que el tiempo se elonga mientras su ansiedad empieza a incrementarse.

Qué ganas de ir a buscarle.

Pero ellos no funcionan así.

Sanji debería encontrarlo, sabiendo ya que estaría esperándolo en la puerta de algún hostal.

Zoro confía en sus capacidades, sabe lo que vio en los ojos azules cuando Luffy gritó tierra a la vista. Podría ser el fuego ardiendo en su vientre, quemando sus entrañas por el deseo que tuvo que reprimir durante el viaje, que está poniéndole más ansioso que de costumbre.

Podría ser también que podría haberse ido tras un par de faldas.

Al inicio sucedió. Al inicio de todo. Él esperando en la puerta de algún hospedaje que cobraba hasta por respirar y otros de dudosa calidad, pero quedándose plantado al ver el reloj pasar más allá de la media noche.

Pero las cosas cambiaron.

O eso es lo que creía.

Podría ser, también, que se fuera a complacer a Nami y Robin siendo su mula de carga como sucedía algunas veces cuando ellas estaban en plan de compras.

Olvidándose de Zoro.

Podría haber leído mal en esos ojos azules.

Mierda.

Se voltea y por la puerta de vidrio del hotel puede ver que el reloj apenas avanzó una hora desde que empezó su espera. Solía esperar más a veces, por las mismas razones; faldas.

El deseo podría estar jugándole una mala pasada. O, bien podría largarse a un bar y conseguir alguien para pasar la noche.

Hace mucho que no lo hace (con nadie más).

También solo ir a beber no era una mala idea, quizá luego podría bajarse el calor a solas en algún hospedaje que encuentre por ahí.

—Mierda.

El vaho de su aliento nubla su visión por un momento. Decide esperar un poco más. Podría ser que el cocinero se haya perdido. La risa se le escapa por la garganta, por la loca idea, haciéndole sentirse idiota.

Estar tan caliente le hace desvariar, para variar.

Decide esperar hasta que la nevada empiece a caer otra vez. No falta mucho para eso. El viento empieza a soplar con fuerza, jugando con el cernidillo que todavía moja la ciudad sutilmente y a Zoro que se cruza de brazos y se apoya en la pared para hacer menos agotadora su espera.

Quizá meditar le haría bien, pero está tan malditamente caliente que cree que irá a sacarlo de cualquier maldito burdel en el que se haya metido sólo para joderlo. Mierda.

Algo entre nosotros - ZoSanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora