Ojalá el sol se diera unas vacaciones ...

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Notas: les dejo la canción con la que me inspiré escribir el momento clave de este capítulo. Ya sabrán cuándo escucharla <3

Tash Sultana - Jungle

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Sanji despierta perezosamente, sus ojos se dirigen hacia la ventana y su cerebro apenas registra la luz del sol que ingresa por los vidrios, anunciándole que el sol está en lo alto, en lo alto y él...

—¡Mierda! ¡El desayuno!

Cuando entra a la cocina corriendo, sin percatarse de nada más, ve que hay café preparado y tostadas con tocino y queso guardados sobre la mesa con una etiqueta que tiene su nombre.

Maldita sea.

Sale afuera y nota que el Sunny está anclado y que llegaron a una pequeña isla que, tal vez, no tiene gente, por lo pequeña que se ve y la densa vegetación.

—¿Al fin despertaste, príncipe?

Sanji se sobresalta. Zoro se acerca mirando hacia la isla, molestándole como antes hacía. El muro que tenía construido entre los dos ya no está. La forma confiada en la que se acerca, cuando antes de su disculpa solía alejarse o quedarse a una distancia prudente que enfermaba a Sanji. Zoro ahora le mira y molesta como antes, ya no ignora su compañía. Ya no lo quiere lejos. Ya no.

—Creo que estaba muy cansado.

Zoro está cerca ya entrando a la cocina mirando socarronamente.

—Por un momento pensé que estabas muerto.

—¡Oye! ¡Idiota!

Sanji golpea ligeramente el hombro de Zoro mientras entra a la cocina intentando ocultar su risa y su alegría. Es que, lo extrañó tanto, maldita sea.

—Me merezco sake, porque me tuve que quedar a cuidar al príncipe.

—¡Tú no puedes llamarme príncipe!

Zoro se deja caer en una banca con una sonrisa burlona en la cara, y Sanji siente que acaba de volver a ver a Zoro después de dos largos años y más. Al fin. Maldita sea, al fin.

La disculpa hizo su trabajo en Zoro obviamente y en el mismo Sanji que terminó desmayándose del cansancio, de tantos días en vela esperando la iluminación para pedir disculpas. Aunque se quedó a medias porque... Maldita marina.

—¡Oi cocinero! ¡Rizado! ¡Ero cocinero! ¡Cejas rizadas! ¡Cocinero idiota! ¡Oye estúpido príncipe!

—¡¿Qué quieres?! ¡Estúpido marimo! —explota finalmente.

Los gritos y sus miles de sobrenombres lo aterrizan y ve a Zoro riéndose abiertamente mientras se rasca el estómago perezosamente. Ahora existe sin más, naturalmente y no tiene esa aura de querer estar lejos de ahí. Ahora están juntos, a tan poca distancia que parece imposible para un par de días atrás.

Estar tan cerca después de tantos días distanciados, le sabe a un cigarrillo después de un día agitado en el Baratie. Y es extraño que su cerebro vaya tan lejos cuando Zoro nunca estuvo ahí, pero su presencia le recuerda a esos momentos en los que salía a fumar afuera de la cocina después de una mañana totalmente agitada, cansado, pero con el corazón contento.

Ay, mierda.

No había sentido esa sensación de satisfacción hace tanto, y ahora su cuerpo se llena de ella sólo con la presencia del idiota del que está enamorado.

Algo entre nosotros - ZoSanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora