Zoro y Sanji: Si todavía nos queda algo para dar

115 10 7
                                    

*

*

*

Sanji siente que está siendo succionado por un torbellino en el mar y ellos dos están sobre un barquito de la servilleta de papel que hizo Ussop mientras esperaba el postre. Quizá es el silencio atronador de Zoro que va de aquí para allá sin rumbo. Hasta que se detienen cuando encuentran un claro al salir a un acantilado del que se puede ver un matizado de paisajes que suplican por su ayuda.

Ha estado tan ansioso por ver a Zoro, por hablar de tantas cosas, por contarle lo horrible que es Big Mama y lo terrible que será enfrentarla y, sobre todo, por preguntar si está bien. Aunque en el fondo presiente que no será suficiente todo lo que dirá. Y, aun así, espera disculparse por haberse ido cuando todavía tenía una disculpa pendiente, cuando tiene tantas cosas pendientes que no ha resuelto aún.

El monstruo de sus dudas continua ahí. Teme mirar de frente al monstruo que ha estado atormentándolo todo ese tiempo que se quedó mudo y se hizo pequeño cuando finalmente la disculpa y la confesión de sus sentimientos habían alcanzado el corazón de Zoro y supo que no lo había perdido. Pero todo es completamente diferente. El monstruo es gigante y real, el miedo es casi palpable.

El aura de Zoro es similar, en cierto modo, al de esas tierras, como si se hubieran fusionado de algún modo que Sanji no comprende, pero no quiere, porque Zoro no es así, porque se asemeja tanto al Zoro de hace dos años que intentaba confesarse y tenía un aura triste rodeándolo todo el tiempo. Sanji desea tanto no ser la causa... otra vez.

Ha cambiado. La alegría de vivir entrenando, durmiendo y bebiendo sake mientras persigue su sueño entregado completamente, ha estado al borde de la extinción. Y Sanji no ha sido empático en absoluto, ha mostrado lo peor de sí mismo. Pensó que lastimando o ignorando podría cambiar (o corregir) el rumbo de esa historia y quedarse sólo con la parte divertida del cuento. Pensó que podría ser lo mejor para ambos, y también para la tripulación.

Incluso cuando se ha disculpado sabe que no es suficiente. Se siente atormentado porque no se supone que se comporte de ese modo cuando son sentimientos y Zoro ha sido sincero ante su pregunta. Zoro no ha ido con bromas ni nada, sólo fue sincero y casual al respecto.

La discusión serpentea entre sus recuerdos y la sensación agria de tener que ser como es y no poder pensar bien cuando es Zoro y lo único que funciona en su cuerpo es su hígado.

Hacía demasiado calor y preparó helados para todo el mundo, pero Zoro había reaccionado demasiado mal y, aunque Sanji sabe que está así por esa declaración espontánea aquella mañana antes de partir de Water Seven, no pudo evitar que su orgullo sea herido por la forma en la que contestó y Sanji apenas se dio cuenta de sus palabras después de que Zoro mirara con dolor, sobre todo, con decepción.

—Es dulce, no lo quiero

Había dicho sin más, sin saber que Sanji le preparó algo especial de crema de leche con plátano, crema de cacahuete que le costó mucho hacer, además de las chispas de chocolate amargo que ya casi no había en su almacén, con un chorrito de miel de abeja para que no sea un dulce intolerable como tanto le disgustaba. Pero no, sólo olió y lo dijo automáticamente, seguramente por el helado dulce de chopper. El desprecio en su mirada hizo que olvidará completamente que es un ser pensante.

Pero con Zoro siempre le pasa. Maldita sea, siempre.

—¡Cómelo, idiota!

Y no pudo evitar atacar con el orgullo herido, sin importar en ese instante que Chopper estaba sobre Zoro. Y no es como que haya salido corriendo sea un alivio. Se odió por un instante. Odió tener que reaccionar sin pensar, movido por la rabia y el estúpido orgullo dolido. Aunque no es la primera vez que Zoro se mete con su cocina, pero siempre es broma, ahora pudo sentir la seriedad y la acusación de culpabilidad en sus grises ojos filosos y enojados, dolidos.

Algo entre nosotros - ZoSanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora