Intentar atrapar un diluvio en un vaso de papel

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No es fácil esquivar una avalancha de emociones cuando corren por sus vidas, cuando disfruta estar en otro cuerpo y Zoro es mucho más peligroso que el gas venenoso que está por acabar con todo en esa triste isla que no es más que las sobras de esa horrible violencia de la ambición con la que el ser humano consigue las cosas.

Pero no hay tiempo para nada más que para pensar en huir, pero no puede evitar pensar si será la última vez que estará en compañía de aquel que, con una mirada, le hace preguntarse un millón de cosas sobre la vida y el amor; ¿cómo llegó a encontrarlo en medio de los laberintos y muros que ha construido a su alrededor, cuando tiene una nula orientación?

Es la forma en la que Zoro sujeta a Sanji cuando resbala mientras está en el cuerpo de Nami, el segundo en el que se miran y Sanji sabe que lo ve a él y no a Nami. Un pequeño instante en el que conectan, un pequeño segundo que se eterniza. La emoción que explota cuando están así, envueltos en la magia que sólo existe entre los dos, la burbuja que explota porque Brook abre la boca y los deja en evidencia.

Quizá antes habría reaccionado intentando esconder lo que siente, pero ahora simplemente es un pinchazo de frustración cuando no es él y no puede hacer nada más que seguir el juego, porque no es su cuerpo (aunque lo adora).

Luego está cuando ve a la misma chica, ahora capitán, a Tashigi que tiene algo extraño con Zoro, y cuando lo ve pelear contra la hermosa chica de pelo verde y mitad cuerpo animal. No puede evitar sonreír porque Zoro se ha hecho sensible a las mujeres, a su belleza quizá, como si no quisiera dañarlas (de algún modo parecido al suyo), mientras pudiera evitarlo.

Es emocionante de tantos modos, conmovedor que algo de Sanji sea parte de Zoro, aunque es evidente que Zoro no es así por Sanji. Resulta algo amargo saberlo, porque en el fondo sabe que no fue por él que ahora es así, porque han estado separados por demasiado tiempo y lo aprendió de alguien más, o por alguien más. Todavía recuerda que Perona estuvo reclamando a Zoro que lo llevo hasta ahí, así que tiene una idea de por qué puede ser así, aunque seguramente nunca lo sabrá.

Malditos celos que queman y no pasan desapercibidos, que lo martirizan cuando pierde el control de sus pensamientos y ve cosas que no quiere.

Sanji siente su sangre hervir cuando ya están lejos de la isla. Se permite hundirse en esa sensación embriagante de Zoro y él entendiéndose en el silencio, compartiendo miradas, demostrando lo muy conectados que todavía están. Se siente liviano ahora que sabe que todo ese tiempo y distancia, incluso todo lo que pasó entre ellos, no fue suficiente para quebrar lo que tienen, lo que son.

Lo más importante, sabe que Zoro sintió esa misma conexión.

—Ella, Tashigi, ¿tuvieron algo?

La mirada de Zoro cambia de tranquila a alerta. Frunce el ceño intentando, seguramente, comprender de qué va, esta vez, las idioteces que Sanji no puede evitar soltar una tras otra. Sanji sabe que pisa terreno peligroso, como cuando habló de Perona, pero está seguro de que no soltará alguna sandez que moleste demás. Ahora sólo es curiosidad, ya no está ahogándose en celos y sintiéndose inseguro al respecto. O al menos es lo que desea creer, porque las imágenes burdas de Zoro con alguien más gotean por todo su cuerpo, envenenándolo.

—Vete a la mierda, rizado.

Sanji sonríe. Sabe que es importante, que la chica siempre lo descoloca de algún modo, pero Sanji no es capaz de verlo, sólo sabe que no fue alguna aventura como creyó al inicio. Y, pues, ahora que lo piensa, Zoro tiene muchas mujeres importantes (por no mencionar que son solo dos y Sanji está exagerando las cosas) a diferencia de él.

Algo entre nosotros - ZoSanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora