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LA PAZ ANTES DE LA TORMENTA

Hice mí mayor esfuerzo pero el poco alcohol que había consumido hicieron su efecto y la pelota no entró en el vaso.

Regulus mira a Mattheo divertido y toma una pelota. Y si entró.

—No —dijo Mattheo hecho una furia.

—Hicimos un trato, Matt —Regulus habló divertido.

—Tranquilo, Theo —sabía que eso no lo calmaría pero un trato es un trató.

Todos se hicieron a un lado para que Regulus y yo fuéramos hacia un armario que había al final del pasillo.

Antes de entrar mire a Mattheo y si que estaba muy enojado, pero si no cumplía Regulus es capaz de poner algo peor.

—Siete minutos tu y yo —dijo Regulus cuando cerró la puerta.

—Te encanta hacerlo enojar ¿No? —no era la primera vez que este chico hacía enojar a Mattheo, lo peor es que lo hacía muy bien.

—Me encanta tanto como tu —no puedo negar que esto es muy incómodo.

Aún que Regulus sea lindo no pensaba cambiarlo por Mattheo, aparte Theo le da mil vueltas a Regulus. Pero bueno, a veces es divertido hacerlo enojar.

—¿Nerviosa?

—No —me sorprendí ya que mí voz salió muy segura.

—Faltan cuatro minutos —dijo mirando un reloj que tenía en su muñeca— ¿Que haremos estos cuatro minutos?

—Podrías contarme porque tu y Mattheo se llevan tan mal.

—Por mucho que me tiente contarte todo lo que pasó entre nosotros no puedo, Mattheo debe ser quien lo haga —me sorprendió que me dijera eso.

—Bueno pero ¿Podrías darme un adelanto o algo? —pregunté haciendo los típicos ojos de cachorro.

—No, lo siento —su mirada era de diversión pero había una pizca de arrepentimiento o algo por el estilo.

—Bien ¿Ahora cuánto falta?

—Dos minutos —volvió a mirar su reloj.

—¿Crees que Mattheo se enojara?

—Obvio que se enojara —dijo sin pensar mucho su respuesta.

El último minuto no hicimos nada, tan solo nos miramos a los ojos esperando que pasará el tiempo.

Hasta que por fin abrieron la puerta y nos dijeron que ya podíamos salir.

—Nos veremos, Emma —y con eso se perdió entre la multitud de la fiesta.

Yo busqué a Mattheo pero por lo que ví se había ido y decidí que ya era tiempo de que yo también.

Entrando a mí habitación me encontré con Mattheo sentado en mí cama, y su mirada representaba todo el enojo que sentía.

—Hola, Theo —cerré la puerta detrás de mí, esperando que no esté muy enojado.

—¿Te beso? —habló serio mientras me tomaba de la cintura— si lo hizo lo mató.

—No Theo, no me beso —un escalofrío me corrió por el cuerpo cuando me beso.

Ese beso era salvaje y sabía a peligro, a qué algo fuera de lo común está por pasar.

Cuando el aire nos comenzó a faltar, tuvimos que separarnos. No esperó ni tres segundos cuando volvió a besarme de la misma manera.

Otro escalofrío me recorrió cuando su mano bajo por mí espalda llegando a mí cadera, giró la cabeza hacia el costado para que el beso se vuelva aún más intenso de lo que ya era. No logré evitar soltar un leve gemido cuando sus dedos largos y masculinos rozaron la parte sensible de mí cuerpo pero la subió hasta mí cuello nuevamente.

El Principio del Fin ~Mattheo Riddle~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora