Capítulo Ocho:

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—Te aseguro algo—saco un par de latas de comida—: Nosotros, los experimentos, no creamos ese vínculo tan extraño que crean ustedes los humanos con otros, nosotros solamente saciamos nuestra necesidad y al hacerlo nos marchamos—abro una de las latas.

—Debí imaginármelo—susurra—: Es obvio que actúen de esa forma, después de todo fueron gestados, para ser unos simples peones—le entrego la lata a April, para luego abrir la siguiente.

—Los humanos se creen tan inferiores—expreso con ironía—: Y mira a tu alrededor, ellos mismos generaron su propia destrucción por ser tan inferiores—rio, empiezo a comer lo que sea esto que hay en la lata.

—Ja, ja, ja—su tono de voz es burlesco—: ¿Quien imaginaria que un experimento, podría ser comediante? —bufa, comienza a comer.

—No es que sea comediante, solo soy realista—me encojo de hombros, dejo aún lado la lata, April aún continúa temblando y frota sus manos entre sí, para generar calor.

Eso me preocupa, si continúa así puede llegar a sufrir de hipotermia, y eso le provocaría graves consecuencias, como el coma profundo y la pérdida de conciencia.

April se acerca otro poco más a mí, pienso que su intención es buscar calor cerca de mí, Deja aún lado su comida para intentar mantener el calor en su cuerpo abrazándose así misma.

Dejo escapar un profundo suspiro, la tomo de la cintura y con un rápido movimiento la posiciono entre mis piernas, para que mi temperatura pueda calentarla aunque sea un poco, su rostro se torna carmesí.

—¿Qué haces? —cuestiona con la voz temblorosa.

—Estoy intentando darte un poco de mi calor, porque si continúas así puedes llegar a morir—confieso, ella asiente.

April apoya su cabeza en mi pecho, poco a poco va dejando de temblar y su cuerpo empieza a tener una temperatura un poco más normal; su respiración se ha vuelto más tranquila igual que el ritmo de su corazón, poco a poco ella se va durmiendo.

Las noches en este lugar se ven muy largas por el frío, pero en realidad son muy cortas, tuve que hacer guardia mientras que April descansaba tranquilamente sobre mí.

El sol está comenzando a salir lentamente, haciendo que el hielo empiece a descongelarse y que el ambiente vuelva hacer caluroso; muevo lentamente a April para que despierte y así continuar nuestro camino.

Ella se despierta sobresaltada y se levanta de mí con brusquedad, mirada hacia todas partes, como si no recordara en donde nos encontramos.

—¿Sucede algo? —cuestiono, ella cierra sus ojos por unos minutos, para luego negar levemente con la cabeza.

—Mejor avancemos—comenta, se quita mi chaqueta para luego entregármela.

Me la coloco para luego levantarme del suelo, tomo la mochila y comenzamos a caminar fuera del sitio; tengo que mantenerme en alerta, no sé cuándo o en qué momento puede salir ese experimento gigante.

—¡Oye! —exclama April detrás de mí, me detengo para voltearme y darle la cara—: He estado pensando en algo—se muerde el labio inferior, me cruzo de brazos.

—¿En qué? —contesto con brusquedad.

—Es que como no tienes nombre, no sé cómo llamarte o como decirte—informa, suelto un bufido.

—Para esa estupidez has hecho que nos detengamos—la miro incrédulo.

—Para mí no es ninguna estupidez, es importante—doy media vuelta y continuo caminando, puedo escuchar sus pisadas detrás de mí.

Exterminio: El Comienzo (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora