Capítulo Tres:

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Me detengo abruptamente al escuchar el sonido de la compuerta golpeando el suelo. Inmediatamente, coloco a la chica delante de mí, instándola a que siga avanzando. La empujo suave, pero firmemente en varias ocasiones, hasta que finalmente comprende lo que le estoy pidiendo.

En ese momento, puedo oír con claridad sus respiraciones, son profundas y entrecortadas, lo que refleja su nerviosismo. A la vez, percibo cómo se acercan rápidamente hacia nosotros, apurando el paso en nuestra dirección.

—Esto se va a poner interesante —me susurró, asegurándome de que mi cinturón de armas estuviera bien ajustado.

Luego, cuidadosamente, guardó cada una de las armas en sus respectivas fundas. Los experimentos se acercaban cada vez más a la ubicación en la que estaba.

Coloco mis manos en la parte posterior de mi cuerpo, buscando el mango de las katanas que llevo en la espalda. Con un movimiento ágil, las extraigo de sus fundas, preparándome para el próximo ataque.

A mi alrededor, puedo percibir cómo las criaturas se acercan veloces, sus sombras proyectándose sobre mí. Una de ellas, una bestia grotesca, da un salto en mi dirección, pero mi destreza es superior; en un instante, me aparto rápidamente hacia el lado opuesto con mi mano derecha, empuñando una de las katanas con firmeza.

Sin dudarlo, la deslizo con precisión y, en un solo movimiento, corto su cabeza, observando cómo cae al suelo con un ruido sordo.

La sangre de las criaturas me salpica, empapando mi piel con su líquido rojo. Reitero el mismo procedimiento una y otra vez, enfrentándome a las diversas criaturas que intentan lanzarse sobre mí.

Se agrupan en manadas, lo cual resulta sorprendente y desconcertante, ya que es inusual observar a estos experimentos moverse juntos en formación.

He perdido la noción de cuántas de estas criaturas he acabado con mi espada. Sin embargo, una de ellas me sorprendió de manera brutal, arrojándome contra la pared con una fuerza descomunal.

Al impactar, mi espalda se estrelló contra la superficie dura, dejándome sin aliento, como si el aire que había en mis pulmones se hubiera evaporado. Mis katanas, que hasta ese momento había manejado con agilidad, cayeron al suelo, resonando con un sonido sordo justo antes de que la bestia se lanzara hacia mí, buscando aprovechar el momento de debilidad para atacarme de nuevo.

Rápidamente, desenfundo dos dagas que llevaba en la muslera y, con precisión y determinación, se las clavo en la cabeza, esperando que esa acción termine con su amenaza de una vez por todas.

Ella se desploma en el suelo, sin vida. He terminado con varios de esos seres, y soy consciente de que se acerca un grupo más de esos experimentos. Por eso, debo reunirme con la chica y salir del búnker lo más pronto posible. Rápidamente, guardo mis katanas en su funda y comienzo a correr, dejando atrás los cuerpos inertes de esas criaturas.

Puedo escuchar el sonido de más de ellos acercándose; estos enemigos resultaron bastante sencillos de eliminar, pero tengo mis reservas sobre lo que se aproxima ahora.

Sin hacer ruido, giro hacia la derecha; estoy cerca del lugar donde se encuentra la chica. Mantengo la atención alerta, sabiendo que no puedo permitir que nada me detenga en esta misión urgente.

Puedo percibir el latido de su corazón y la irregularidad de su respiración; está claramente aterrorizada, puedo sentir su miedo casi palpable.

Continúo mi carrera, apresurándome, pues me faltan solo dos puertas por atravesar antes de llegar al lugar donde la chica se encuentra escondida.

Siento la inminente amenaza de los experimentos, que parecen estar cada vez más cerca de mí, persiguiéndome con una velocidad que supera incluso a aquellos a quienes he eliminado anteriormente. La adrenalina corre por mis venas, trato de mantener la calma y llegar a tiempo.

Exterminio: El Comienzo (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora