Capítulo Uno:

46 8 22
                                    

Tengo el tiempo limitado para llegar a mi refugio; solo me queda una hora y quince segundos. Con el tiempo corriendo, empiezo a contar los últimos momentos que quedan.

Quedan 15 segundos…

Avanzo con rapidez por el área, esquivando chatarra y enredaderas que se aferran a los restos de edificios. El aire está cargado de un hedor a carne podrida y azufre. La tensión es una cuerda tensa a punto de romperse.

¿Me creerías si te dijera que, en realidad, todos esos monstruos sobre los que tus padres solían contarte en tus años de infancia existen de verdad?

Ahora 12 segundos…

Mi corazón martillea contra mi pecho, me deslizó entre los escombros, sorteando manadas de experimentos que deambulan erráticamente a mi alrededor. Cada paso que doy es un acto de concentración total.

Tal vez te parezca increíble, pero lo cierto es que cada uno de esos seres aterradores fue creado por seres humanos: científicos que se embarcaron en la ardua búsqueda de una cura para una enfermedad conocida como enfermedad X. Estos investigadores, impulsados por la esperanza y el deseo de ayudar, desafiaron los límites de la ciencia y, sin quererlo, dieron vida a criaturas que antes solo habitaban en nuestra imaginación.

Y solo 9 segundos…

Me detengo en seco; mi sentido sensorial se agudiza. Cada pequeño sonido que emite mi presa, cada crujido de rama, cada aleteo, se convierte en una pincelada en el lienzo de mi percepción. Puedo sentir la forma del espacio como un mapa tridimensional, cada detalle es esculpido por las ondas sonoras.

A unos quince metros de distancia, yace dos experimentos que están comiendo vorazmente, sé que tendré que atravesar ese lugar, ya no tengo tiempo suficiente para dar marcha atrás. La decisión es inevitable.

Sin embargo, los resultados no fueron los que inicialmente habían anticipado. Al intervenir en la genética tanto de los seres humanos como de los animales, generaron deformidades inesperadas que dieron origen a criaturas monstruosas. Esta manipulación genética no solo alteró la forma de vida de muchas especies, sino que también puso a la humanidad al borde de su propia extinción, poniendo en grave peligro su supervivencia.

Recorro con cuidado los escombros de los edificios que se alinean en mi trayecto; las calles están invadidas por una densa vegetación que ha tomado el control del lugar. Los autos, que una vez brillaron con colores vivos, ahora están cubiertos de óxido y descomposición, y en muchos de ellos han comenzado a brotar árboles que parecen reclamar su espacio.

Cada ciudad y pueblo que visito está desierto, como si la vida hubiera abandonado estos lugares, dejando atrás una atmósfera desoladora que evoca la imagen de una jungla.

Prosigo mi andar en absoluto silencio, dos de esas criaturas monstruosas se sitúan a escasa distancia de mí. Estas criaturas se hallan completamente concentradas en el proceso de consumir a una presa indefensa que han atrapado de manera sorprendentemente sencilla. La ferocidad de la escena es asombrosa y perturbadora, revelando una caza que resulta inquietante en su naturaleza.

Me impresiona la rapidez con la que están evolucionando; parecen tan inmersos en su propio mundo que ni siquiera se percatan de mi presencia aquí, observándolos con atención. Sin perder tiempo, retiro mi arma de su funda con rapidez y la alzo, apuntando en la dirección de esas criaturas grotescas que se mueven ante mí.

Esas imponentes criaturas se mueven ágilmente sobre sus cuatro patas, deslizándose con una facilidad asombrosa a pesar de su tamaño. Aunque su visión es prácticamente inexistente, han desarrollado un sentido del olfato excepcional, lo que les permite localizar a sus presas con una eficacia sorprendente.

Exterminio: El Comienzo (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora