Lección 41: HIATO

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Los meses pasaron más rápido de lo que pude calcular y cuando menos lo esperaba el ruido de los escenarios y los colores de las luces fueron quedando atrás para dar paso a una calma que otros llamarían vacaciones, pero que todos sabíamos significaba más trabajo, con la ventaja de estar en casa.

Hacía mucho que no nos tomábamos un respiro así de largo. Serían tres meses en Seúl para preparar el próximo recopilatorio del álbum y para realizar otros proyectos, entre ellos estaban las audiciones para Big Hit en las que tres de nosotros estaríamos estrechamente involucrados.

Me sorprendió que Suga se ofreciera y también el hecho de que aceptara la propuesta de Hitman de dar luz verde al culebrón que armaron en redes sociales sobre él y Rosé.

Nuestro amigo estaba tan gris esos días que nadie se atrevió a cuestionar y la supuesta relación, de la que solo podía haber si acaso una amistad, llenó revistas de cotilleos y opiniones encontradas en cuanto a los fandom de ambos grupos. Por mi parte, estaba ansioso de regresar.

Había descubierto algo muy importante antes de que la gira comenzara y quería comprobar si Sam había cumplido su promesa. Aquel día en la empresa aún seguía persiguiéndome en las horas que estaba solo y los chicos no estaban ahí para llenarme con sus problemas y alegrías.

Sam era Samantha, una chica que se hacía pasar por chico para poder sobrevivir en las vías del subterráneo. No hablaba casi nada a excepción de las dudas que pudiera tener sobre algún paso en la coreografía.

Lo escudriñaba todo con sus inmensos ojos azul violeta y por si fuera poco se las había arreglado para vivir en el cuarto de la colada del vestuario B. Una historia digna de película y ahora yo era su cómplice.

Una semana antes de volar a U.S.A. acordamos que le entrenaría si ella era capaz de aceptar lo que le llevara. Costó una eternidad pero logré que se comiera las verduras y los kimchi.

Luego estaba el problema de la ropa. No pude lograr nada más allá de un par de jeans de su talla y una colección de remeras mías. Decía que quería bailar, no ser la princesa de nadie. Vaya carácter que tenía pero era cierto que también poseía talento, mucho en realidad.

El trato había sido que mientras yo estuviera fuera ella debía progresar con las rutinas que le había dejado grabadas en una pequeña mini laptop. No le había vuelto a ver desde entonces porque fue intransigente en cuanto a lo de conectarse a Internet.

A veces me daba la impresión de que su escepticismo era parte de algo más. Como si se escondiera de algo o de alguien aunque eso no tenía mucha coherencia para quien aspira a entrar al mundo del espectáculo.

Así estaba la situación mientras el avión hacía contacto con la pista de aterrizaje y los chicos se apresuraban a utilizar sus celulares. Una mala costumbre que Jin no paraba de reprender, aunque muy en lo profundo sabía que el hecho de regresar por tres meses le dolía más de lo que podía admitir.

Aquel fin de semana libre en Los Ángeles sirvió para sacarle al menos el hecho de por qué había sido rechazado.

Fui un tonto, Hobi, tan solo me dejé llevar y todo se arruinó.

Fueros sus palabras mientras salíamos del Staples. Acordamos no hablar más sobre ello. Pero era evidente que no sería fácil ver a los demás en estado de luna de miel cuando a ti te rechazan públicamente.

Agradecí no estar arrastrando la cobija por nadie. Hacía tiempo que había desistido de esa clase de búsqueda. Confiaba en que el destino presentara a la persona correcta frente a mí y que yo fuera lo suficientemente diestro para percibirlo, entonces viviría lo que tuviera que acontecer, aun con el inminente peligro de que mi vida fuera más complicada, pero sin drama de más.

•FIT ME•© JK #2BSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora