Equivocarse es de humanos y más cuando se es tan joven e inmaduro, pero... será que siempre tendremos tiempo para rectificar ¿Qué hacer cuando se hace demasiado tarde para reparar una herida en el corazón?
FIT ME, la historia de Angie y Jungkook.
FI...
No sabía exactamente cuántas veces le había dado vueltas al mismo asunto. Al final seguía siendo una verdadera pérdida de tiempo, pero como buen cabezota que era aquí estaba, preguntándole al cielo nublado y sin estrellas de Seúl, cuál era la mejor forma de arreglar las cosas con ella.
—Te vas a refriar ahí fuera.
Una manta de acolchonado algodón cayó sobre mis hombros. No tenía que girarme para saber que era Jin hyung y su preocupación maternal.
—Vamos, no puede ser tan duro…después de todo ya vez como las cosas terminan resolviéndose por sí solas…
Esta vez me obligué a encontrar su mirada al otro lado de la barandilla. Respiré hondo, en cierto modo tiene razón…sin embargo, no creo que se arregle solo, después de una actitud tan negligente. Vaya idiota ciego que puedo ser cuando me lo propongo.
—Aun así, sabes que estaremos ahí para apoyarte Kookie, así que yo en tu lugar dejaría de ser tan duro conmigo mismo y le diera al tiempo el resultado.
—No creo que pueda esperar mucho, hyung, la verdad es que lo que más me preocupa es la culpa. Me comporté como un idiota sin justificación alguna y mira todo lo que dio. Suga tenía razón, sigo siendo un bebé.
—Kookie…—la mano de mi hyung me despeina el pelo—Sabes que siempre te veremos así, pero eso no significa que aceptemos el hecho de que estás creciendo. Solo míralo desde este punto de vista. Los errores son mejores que los aciertos.
Frunzo el ceño ante esa conclusión pero no replico más. Jin mira el mismo cielo despoblado que yo antes de concluir su pequeño discurso.
—El que no se equivoca peca de perderse la vida.
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Es lunes y odio tener que levantarme para ir a la universidad. No es nada nuevo. Creo que el 99.9% de la población mundial odia iniciar las mañanas con la insoportable idea de ir algún lugar, solo que este típico síndrome se exacerba los lunes y en mi caso hoy no podría ser peor.
No me importaría para nada terminar el año escolar en casa. Afín de cuentas solo eso me separa de volver a España con mi padre. Algo que vino como anillo al dedo, después de la última vez que nos vimos.
Quise arrancar hasta la última imagen de mi habitación con tal de quitarme de la cabeza su rostro, pero al final decidí no pelearme con el grupo por el simple hecho de que su maknae ganaría el premio a la persona más ciega sobre la faz de la tierra.
No puedo decir que no lo amo, porque me estaría mintiendo a mí misma, es solo el hecho de que necesito tiempo para aclarar mi corazón en especial para tomar distancias de él y estos complejos sentimientos.
Fue fácil para él desconectarse una vez que la venda fue retirada de sus ojos, pero eso no es suficiente para mí. No puedo conformarme con ser sustituida por el conformismo cuando lo que siento por él no conoce más fronteras que las de mi agrietado corazón.
Quizás sea un poco injusta, pero a partir de hoy, aunque me duela un millón, evitaré pensar en Jungkook como ese príncipe de cuento de hadas que tanto quise idealizar. Sé que será difícil, pero de alguna forma he de empezar.
Termino de subir la cremallera del vestido de verano que me regalara papá por navidad, mientras la muchacha del flequillo pelirrojo me devuelve la mirada en el espejo.
—Hoy volveré a empezar.
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—Llegaré tarde, pásame la mermelada Tae y deja de escribir babosadas en el teléfono.
—Mmh…
—Idiota…
El aludido no parece ser sensible a mis insultos. Maldita sea con estos tontos enamorados. Por lo visto desde que Suga sale con mi mejor amiga, todo el mundo se ha contagiado la mala costumbre de chatear en la mesa. Se libran porque Jin hyung está en el gimnasio o de lo contrario…
—Hola, zanahorias…—saluda Jimin incorporándose en un taburete de la encimera.
El largo flequillo gris platinado le cubre la frente y parte de los ojos, pero eso no es impedimento para que se apropie de los panqueques más grandes.
—Me doy por vencido, desayunaré en la cafetería de la universidad. Adiós.
—Buen día para ti también Kook.
Escucho la voz lejana de Rapmon. Son insoportables cuando están en el chat con sus novias. En cualquier momento seremos confundidos con un cibercafé. En el fondo creo que les tengo envidia. Desde que estaba colado por Lena no hago algo así.
Y pensando un poco en todo lo que ha pasado en los últimos meses, la relación con mi mejor amiga, no ha salido tan lastimada como pensaba. Quizás Jin tenga razón y el tiempo sea el mejor consejero.
Por ahora solo he cambiado mi rutina, ya no tengo que pasar por ella como aquellas mañanas, Yoongi está allí para eso a tiempo completo y en parte me alegro por ambos. Hacen una pareja genial.
Enciendo la radio del coche y me recibe Rest de Bruno Mars, tarareo la melodía mientras me incorporo al tráfico de la ciudad. Inconscientemente pienso en una chica de cabello rojizo y ojos avellana. Me sigo culpando en silencio hasta que el recorrido de media hora me deja frente al aparcamiento de la facultad.
Tomo una respiración honda y mi estómago protesta como recordación de que Taehyung es sordo cuando se lo propone. Bajo del coche y camino en dirección de la cafetería.
Ni siquiera me fijo en la persona que acabo de atropellar hasta que caigo en la cuenta que la conozco mejor de lo que debería. El nudo que se ha formado en mi estómago sube a mi garganta y me falla la voz.
Mi mano continúa sosteniendo su brazo mientras recupera el equilibrio. Y sé que está igual de desconcertada al descubrirme, por el rubor que pinta sus mejillas. Quiero ser el primero en decir algo pero por lo visto hoy tampoco es mi día. Poco a poco esos dos lagos color avellana me enfocan con más serenidad, y ahora mismo yo podría ser transparente.