Lección 24: Like a postcard

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Maratón 7/10  🐰

El día se había convertido en un diluviar interminable, ahora haber acompañado a Hobi al médico no parecía una idea tan genial. Le dije a mi amigo que esperaría afuera. En realidad hacía lo impensable por evitar el hospital.

No tenía muchos recuerdos buenos en esos lugares y cuando “nuestra esperanza” fue dañada me tuve que inmolar. Ahora que ya estaba mejor y que logré persuadirlo de dejar la moto en la parte de atrás de la camioneta cuando lo encontré de camino al hospital, más bien cuando lo perseguía, pues bueno, que es un alivio esperar mientras las gotas se encargan de decorar el parabrisas y cada fachada de Seúl.

Lanzo un largo suspiro y vuelvo a mirar la pantalla de mi celular. Mei no ha contestado, después de todo, parece que saber que mañana estaré de camino a Japón no ha sido suficiente para que mi muñeca se digne a dedicarme una palabra.

Entiendo que haya estado ocupada y en honor a la verdad no la culpo. No soy la persona correcta para reclamar sobre el trabajo cuando yo mismo estoy en un puesto similar, sin embargo nada me parece suficiente cuando se trata de ella, o mejor dicho sobre nosotros. Sé que tengo el cartel de un total incomprendido, por no decir despistado y atolondrado.

Me meto de más en la vida sentimental de los otros y sino pregúntenle a Kook, quien ya está hasta los pelos de mis intervenciones con la pelirroja, pero solo es una distracción. Cuando se trata de ser el protagonista me encuentro ante el miedo al rechazo y la inseguridad.

Cierro los ojos levemente y dejo que las manchas en el parabrisas sirvan de distracción a mis pensamientos. Recuerdo a medias como descubrí que sentía algo por Mei y como me encontré a mí mismo ante el dilema del más. Tramé todas mis estrategias desde la distancia y nunca pensé que ella fuera capaz de abrir una ventana de esperanza para mí.

Me disfracé como el Tae relajado que puede interpretar miles de rostros, pero la realidad es que me moría de los nervios cuando estaba a su lado. Ella era tan espontánea y a mis ojos había pasado de ser una cara hermosa a una chica con talento.

Sus manos eran capaces de darle vida a cualquier lienzo, trozo de servilleta o muro de la ciudad. Dejé mi aletargamiento y mi mano encontró el trozo de servilleta donde Mei me había regalado el dibujo de una flor de cerezo. Fue ese día en el que también anunciaba lluvia el cielo de Seúl. Era raro recordarlo como el reflejo de una postal, una lejana vivencia que ahora había acabado por alejarnos sin darnos cuenta.

Noviembre de 2019, Myeongdong

Ella caminaba con ese aire distraído que tanto me gustaba, sé que puedo sonar cursi, pero aunque no lo parezca nunca antes había hecho estas cosas, nunca antes había llegado alguien para quien tomárselo con calma.

Mei señaló una tienda y en un arrebato tomó mi mano. Ambos corrimos hasta el escaparate que ella había señalado. Era una tienda de utilería y material para pintar. Era obvio que ella prefería su mundo de paletas y acuarelas a bolsos de diseñador o costosos brazaletes.

—Hey mira…han traído pinceles nuevos…

Los ojos marrones de ella centelleaban de alegría. Yo no sabía nada más allá de lo que era un pincel, por eso cuando empezó a comentar sobre tipos de cerdas, pelos de animales, vaya, por lo visto eso hace una diferencia, fingí que entendía anotando mentalmente que necesitaba informarme más sobre el tema para no parecer un completo idiota.

Mei Lin estuvo otros quince minutos revoloteando con su vestido color cereza alrededor de la tienda, yo me dediqué a observarla y le pregunté al dueño sobre esa caja de acuarelas que ella había mirado con adoración y había dicho que aún no tenía lo suficiente para llevarla a casa.

•FIT ME•© JK #2BSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora