28. Contagio masivo.

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Cinco años han pasado desde que supe de su embarazo. No volví a verla, aunque ella intentó buscarme varias veces...

Estaba en el parque ejercitándome, me gustaba ir a ese parque con ella a platicar cuando eramos estudiantes. Ella se fue de la ciudad, ¿yo?, simplemente me aferré a ese lugar y no había querido regresar a mi ciudad natal.

-"El tiempo no pasa por ti, te ves increíble!, y deportista, como siempre"-.

Voltee a ver quién me hablaba, aunque esa voz era inconfundible. Sonreí de medio lado, más bien mi sonrisa fue una mueca de amargura.

-"Gracias, tu te ves... Te ves muy bien"-. Dije mirando al suelo, me senté a "amarrar mis agujetas" y ella, Becky se sentó a mi lado. Intentó abrazarme, pero me aparté.

-"¿Cómo has estado?, no pensé que te quedarías aquí"-.

-"Muy bien, Rebecca, me ha ido de puta madre!, soy tan feliz que estornudo confeti!"-. Le dije, y mi tono de voz sonó tan sarcástico y amargo que yo misma me desconocí. Jamás había utilizado ese lenguaje con ella, pero, entre la taquicardia y el dolor de volcer a verla, un animal herido dentro de mí reaccionó por instinto.

-"Me dió gusto verte, tengo que irme. Dios contigo"-. Me levanté y ella tomó mi antebrazo fuerte.

-"Necesito hablar contigo, por favor! Dame, regálame unos minutos... peque, yo..."-.

Me solté y caminé hacia el pequeño puesto de dulces que había en el parque. Pedí un cigarrillo a la señora ya muy mayor, con la que había entablado cierta "amistad", pues yo frecuentaba ese parque para ejercitarme... Aunque los primeros meses sólo iba ahí a fumar y llorar.

-"¿Quieres algo?"-. Ella negó con la cabeza. Yo le dí las gracias a la señora, que obviamente notó mi cambio de comportamiento... evitaba el cigarro y compraba paletas en su lugar, ella me miró algo preocupada, pero no dijo nada, sólo volteó a cer a Becky y sonrió levemente.

-"Cinco minutos, siéntate"-. Comencé a fumar mientras me dirigí a una de esas mesitas de cemento que tenían tableros de ajedréz empotrados y me senté. Siempre le acercaba la silla y esperaba a que ella se sentara primero, esta vez sólo me senté mirando al tablero de la mesa.

-"¿Te espera alguien en casa?"- preguntó.

Solté una carcajada baja. -"Sí, me espera soledad... No, no me espera nadie, he tenido dos intentos, ninguno funcionó. Ahora quien no me abandona es el tabaco y el alcohol... aún lucho contra ellos, pero, se breve, a ti si te esperan en casa"-.

-"Nunca te olvidé, yo..."- Me puse de pié y su mirada suplicante me llenó de rabia. -"No, espera. Sé que fue dificil para ti, no voy a hablar de lo que siento. Por favor"-.

-"Cuatro minutos..."-.

-"Freen, perdí al bebé. Me casé obligada, me he divorciado hace cuatro años. Vine de visita, mi familia no sabe aún que estoy aquí., vine a este parque para... Recordarte un poco"-.

Intentaba procesar todo lo que me estaba diciendo... En un principio fui yo la que le dijo que se fuera al otro lado del país para librarla de su madre... No esperaba que en tan pocos meses ocurriera todo eso, se encontró a un tipejo que la persiguió hasta que, en una fiesta se le habían pasado las copas y el tipo aprovechó. El bebé lo perdió al quinto mes de embarazo, recién casada con ese animal, quien le provocó el aborto con una golpiza.

-"¡Perdóname!, pensar en ti y en cómo lo debiste haber pasado no me deja vivir en paz... Me dueles demasiado"-.

-"Ya he perdonado, te solté hace mucho Becc, entendí que tu lugar no era conmigo, y preferí tu felicidad... Nunca supe por lo que pasaste, y lo lamento, si hubiese estado ahí ese tipo no te habría hecho tanto daño. Perdóname tú a mi, por no estar ahí, por no cuidarte... Gracias por contarme, aunque no sé qué es peor ahora, el haberte soltado para que lo pasaras tan mal, o el saber que no fuiste feliz"-.

Una vida cualquieraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora