20. Engfa.

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Ya era lunes por la tarde, llevé a Becky a tomar el autobús (¿por qué no había aceptado el auto que le ofrecían sus padres?, pues por que los nervios de aprender a manejar nunca la dejaron lograrlo, y ser yo su chófer, no habría sido del agrado de su madre, que cada vez que, por casualidad me alcanzaba a ver, me demostraba sin dudar el "dolor de ovarios" que era yo para ella).

Estaba sentada en las jardineras de ficus, como Tee me indicó, cuando la vi llegar sudando, empujando una carretilla llena de "plantas bebé ", que llevaría al invernadero de la facultad.

-"Te ves muy linda ahí, diva, pero, si me ayudas no se te van a caer las manitas de princesita"-.

-"Claro, ¿a dónde llevas esas plantas?"-

-"¡A la farmacia, imbécil!"- hizo una mueca de obviedad que me descolocó. -"Y apúrate, que necesitamos colocarlas e hidratarlas cuánto antes"- dijo en tono exigente. Pero al ponerle cuidado, me hizo un guiño y entendí.

Tee limpió el sudor de su frente y se echó a caminar hacia el invernadero, y yo la seguí. Ya en la entrada del mismo, coloqué la carretilla y me dijo:

-"Eres la primera plaga que dejo entrar a éste invernadero, así que, ¡compórtate y no toques mis plantas!"-, dijo en tono de burla.

-"Idiota"- le dije por lo bajo, mientras ella sonreía disimulada, llevando su puño a la boca, para esconder lo divertida que estaba molestándome.

-"Perdón, Sarocha, pero había ojos y oídos en la jardinera, al menos captaste a tiempo, a pesar de tu estupidez"-, -"Oh, entiendo"-, dije al comprender en ese momento su comportamiento de hace unos momentos. Ella rodó los ojos y dijo -"ven, agarra con-cui-da-do (enfatizó), un par de plantas y acompáñame"-.

Pude distinguir a través de la malla mosquitera cómo alguien aún se reía de que Tee me había llamado "plaga", y sólo hice una mueca. Tomé "con-cui-da-do" el par de plantas y Tee me dijo -"Aquí, estas bebés van a estar en cuarentena, no sea que traigan gripe y nos contagien todo el kinder"-. Reí. Tee era ruda, pero, era "mamá gallina" de su invernadero, pocos habían visto esa parte de ella.

La chica se acercó a nosotras, y mientras yo acarreaba plantas, ella, agachada las colocaba con el cuidado máximo, a ratos levantaba la mirada y me sonreía en agradecimiento, pero mi tarea y mi fastidio (y el pensar en Becky) me hicieron simplemente no ponerle atención.

Las plantas se acabaron, sacudí la carretilla y la coloqué en su lugar. Tee, con ambas manos en su cadera reía complacida -"Eres buena bestia, aprendes trucos rápido"- , -"jajaja, idiota!, hay que ayudar a los ancianos, ¿algo más que desee su majestad?"- dije burlonamente.

-" Sí, ven, mira, te presento a Engfa, Engfa, este animalito se llama Freen, no te acerques mucho, muerde y es ponzoñosa "-. Engfa rió de buena gana y me extendió la mano. Sólo ahí me di cuenta, con la boca abierta y sin decir palabra, que Tee no mentía, realmente era bella, muy, muy bella.

Esa piel canela, esos ojos café (si, de ése café que te provoca insomnio), mirada felina y directa, fuerte, penetrante y sensual sin quererlo, boca pequeña y carnosa, nariz pequeña y esculpida a mano, mandíbula fina y tersa, lunar cerca de la boca, y esa piel color canela... A pesar de los pantalones flojos, la camisa a cuadros y las botas, se notaba que ahí abajo de su ropa se escondía un verdadero monumento!, bueno, mini monumento, ya que la estatura de Engfa era la misma que la mía... Quedé pendeja, quiero decir, perpleja...

-"Ya, ya, te vas a acabar las moscas destinadas a mis plantas carnívoras!, cierra el chipo, y, atrás, fiera!"- dijo Tee entre divertida, preocupada e intento de seriedad.

-"Mu... Muuuu..."-

-"Muuu hacen las vacas"-, volvió a interrumpir Tee. Con una ceja alzada y cara seria voltee a verla y le lancé una mirada de "es frágil el hielo que pisas ", y de inmediato regresé a colocarme en el momento.

Una vida cualquieraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora