Por fin, un cambio en la rutina.

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Desde mi muerte han pasado dos años, a cada día que pasa Aimi parecer ser más distante y fría con las personas, por suerte considero que hoy es un buen día para comenzar a escribir sin tener que arrancar otra hoja. Este lunes, cuando los primeros rayos de sol se empiezan a distinguir, Aimi se dirige a la escuela con varios minutos de retraso, su falda está arrugada, su cabello desordenado, el suéter lo lleva en la cintura y como parte extra de su outfit, lleva consigo el ùltimo recuerdo de mis hermanos, cubierto por una venda que se extiende desde su hombro derecho hasta la muñeca.

En una pared perteneciente a los muros de la escuela Aimi observa a un grupo de estudiantes molestando a otro cuyo terror, o más bien impotencia, se refleja en su rostro. En un principio pretendía ignorar la situación con el pretexto de ir tarde a clases, sin embargo al reconocer a uno de los acosadores, el más alto y delgado de todos, de pelo claro con dientes chuecos, se quita la desgastada mochila y la lanza. Termina por impactar en el rostro del chico, pero al contener un cuaderno y un lápiz roto no hace ningún daño <<Debería meter un ladrillo para la próxima>> piensa bastante desilusionada, aunque al final reconoce que traería más problemas de los necesarios. Cuando Aimi vuelve a prestar atención observa al grupo de hostigadores acercarse entre insultos y amenazas, para mantener la poca tranquilidad que le queda, respira profundamente y exhala diciendo —Acabemos con esto de una maldita vez hijos de la verga —.

Una vez termina, entra a su salón de clases bastante fastidiada por lo ocurrido, el profesor la mira con desprecio aunque no dice nada y Aimi se sienta en la única banca vacía, ubicada en la parte trasera. A pesar de mirar fijamente el pizarròn su mente está en blanco, ni siquiera saca el cuaderno de la mochila. Una hora más tarde, está a punto de quedarse dormida cuando un anuncio por megafonía solicita urgentemente su presencia en la oficina del director, su expresión de fastidio expresa las pocas ganas que tiene de ir, pero para evitar seguir escuchando los murmullos a su alrededor sale del salón.

La recibe el subdirector, quien pensando en prevenir una posible fuga esperaba fuera del salón. En la dirección se encuentran el dueño de la oficina y el grupo de estudiantes con los que peleó en la mañana, quienes para su sorpresa ya atendieron sus heridas. A pesar de ser regañada constantemente durante ese año escolar nunca había ingresado a esta oficina, al igual que en la oficina del subdirector, el tamaño del par de ventanas permite que el sol ilumine toda la habitaciòn, y la abertura en una de ellas proporciona una ligera pero constante ráfaga de viento <<Por ahí también cabe una persona>> es en lo primero que piensa. A diferencia de las otras oficinas en las que ha estado esta incluye un espejo, el cual le permite observar que uno de los cajones del escritorio posee una cerradura <<Bingo>> piensa mientras se sienta en una de las sillas, colocadas de improvisto para los estudiantes.

Para resumir toda la conversación, el director le exige a Aimi disculparse con sus compañeros debido a que según él, Aimi los golpeó sin razón alguna. Ante esta exigencia ella se niega rotundamente diciendo un — NO — seco y severo. Tras unos minutos de silencio total decide levantarse y salir, por desgracia el subdirector bloquea la puerta con su cuerpo —Señorita creo que hemos sido pacientes con usted por su situación, pero el que haya vivido la mayor parte de sus años en el bosque no quiere decir que actúe como una salvaje, menciono esto porque... —como siempre los sermones de este señor le parecen un infierno, su supuesto interés en ella le molestan y sobre todo, el hecho de que actúe como si realmente la conociera le dan ganas de golpearlo y regresar a su cueva, por suerte la tecnica de respiracion que le enseño uno de los niños del orfanato funciona.

He perdido la cuenta de la cantidad de veces que Aimi ha sido regañada y castigada, los castigos iban desde tareas extra, que no realizaba, hasta limpiar la escuela, sin embargo nada de eso hacía que ella cambiara su conducta y mucho menos generaba una disculpa de parte suya, por lo que ante su falta de cooperación, su nombre se rifo junto con el de cientos de estudiantes para que doce personas asistan al lugar más temido por los humanos, por suerte ella ganó un lugar — No nos dejas opción señorita Aimi Val — menciona el director — Lamento informarte que fuiste seleccionada para asistir a la escuela Vauman a partir del siguiente año escolar.

La única forma que tengo de verteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora