Bienvenida a Vauman

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Cuatro horas pasaron, el avión avanzaba surcando un cielo despejado permitiendo que las estrellas tengan el show principal, desgraciadamente ninguno de los tres se ha detenido a mirar por la ventana. Aunque Aimi no quiere hablar acerca de nada, se resigna comprendiendo que no puede ignorar la pregunta de Mirai —Si, yo recupere Mi tubo de la oficina del director, apuesto a que el imbécil no se ha dado cuenta —comienza —Sin embargo no tengo la intención de usarlo, solo es un recuerdo muy valioso para mí —concluye ofreciendole a Nayu para que lo examine, principalmente para que no le pregunte nada mas.

El trabajo de Mirai es ver por la seguridad de los alumnos de Vauman, y como la plata quema a los vampiros cuando entran en contacto directo, Mirai tiene una razón más que suficiente para interrogar a Aimi. Al no estar convencido con la respuesta de Aimi, Mirai recoge el tubo, por suerte siempre usa guantes, y lo examina cuidadosamente. Nayu mide exactamente treinta centímetros con un grosor de cinco, a pesar de que a primera vista parece ser liso, cuando prestas atención se nota una pequeña ranura que al levantarla tiene un lector de huella digital, desgraciadamente Mirai es muy buen observador —¿Que significa esto? —Aimi se maldice a sí misma, pues pensaba que no descubriría el primer secreto de Nayu.

Sin otra alternativa, Aimi le arrebata a Nayu y al colocar su pulgar derecho en el lector activa el tubo. El rostro de Arturo expresa su sorpresa, y un poco de inseguridad, al ver el cambio tan radical del objeto debido a que ahora sobrepasa con creces la estatura de Aimi. Los ciento ochenta centímetros de largo por dos de diámetro vuelven a Nayu un arma eficaz para que los vampiros piensen dos veces antes de atacarla —Al bosque solo van de excursión los vampiros renegado —concluye sarcásticamente mientras come uno de los platos en la mesa. Después de una exhaustiva revisión Mirai le regresa a Nayu bastante preocupado, sin embargo ninguno de los tres habla el resto del viaje.

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Aunque no es importante ahora, considero relevante contar lo que está pasando esta noche en la oficina del director. El director se encuentra limpiando y puliendo cada rincón de la oficina desde que todos en la escuela se retiraron. Exactamente cuando el reloj marca las doce un hombre viejo vestido con prendas costosas toca con elegancia la puerta, más para anunciar su llegada que para solicitar el paso, pues inmediatamente entra a la oficina. Detrás del hombre entra un grupo de uniformados, cuyo sello más distintivo son las armas de plata que cada uno porta y una marca idéntica en alguna parte de su cuello.

Ante la presencia de este viejo hombre, el director tiembla como un conejo acorralado por su depredador, y por lo mismo saluda bastante nervioso con un apretón de manos al hombre. Unos cuantos minutos después de empezar a revisar los archivos en el escritorio del director, el señor se levanta abruptamente diciendo —Que incompetente, te dije que la niña me sería útil y me dices por escrito que se la llevaron al matadero —menciona mientras le arroja los documentos en la cara al director, quien inquieto le explica todos los problemas causados por Aimi esperando que el señor se ponga de su lado, por desgracia un fuerte golpe en la mandíbula es la respuesta ante sus palabras.

Tras una discreta señal dada por el viejo, el grupo militar que le acompaña avanza hasta cubrir cada pared de la habitación. Por su parte el director, después de asegurarse de que aún puede hablar, prácticamente grita que aún conserva el tubo de plata y al obtener el permiso del viejo abre apresuradamente el cajón con cerradura. La ventaja que el director pensaba tener, se desvaneció al momento de ver como el tubo daba negativo a plata con el identificador, y su esperanza para continuar con su vida desaparece en cuanto siente un intenso dolor en la nariz y termina en el suelo, pues el viejo acababa de romperle la nariz de un golpe.

En lo que el director sufre, el hombre se limpia con un pañuelo de seda sus nudillos. Al terminar le indica a dos de su gente arrastrar fuera del lugar al antiguo director, quien mal herido y sin fuerzas suplica desesperadamente por otra oportunidad. Todos los alrededores escucharon sus gritos, llantos y súplicas, pero todos sabían el destino que le esperaba, debido a que a partir de ese momento, el hombre dejaba de existir.

La única forma que tengo de verteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora