La carta.

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La cara de Anabela que originalmente mostraba una leve sonrisa se transformó en una expresión de pánico en cuanto la sangre bloqueo su respiración, desesperada por la terrible sensación de asfixia intentó acercarse a Aimi para que la ayudara, pero se terminó desvaneciendo justo cuando logró llegar a sus brazos. Aimi no tuvo otra opción más que presenciar perpleja los últimos momentos con vida de la chica mientras observa como el intenso azul que la rodeaba deja poco a poco su cuerpo.

Una ola de pensamientos comenzaron a atravesar su mente al recordar el cambio tan repentino de emociones en la chica <<¿Se arrepintió? ¿Tengo la culpa de su muerte? ¿Otra vez lo hice? Llegue tarde>> su corazón sigue el ritmo de sus pensamientos, acelerándose cada vez más <<Esa chica perdió todo por mi culpa>> y a pesar de que el aire entra a sus pulmones Aimi se empieza a ahogar gracias al pánico que crece cada vez más dentro de ella.

Acompañando su tembloroso cuerpo un intenso zumbido se origina en su cabeza, silenciando todos y cada uno de los ruidos del exterior y amplificando el inestable sonido de su corazón. Su vista borrosa se enfoca en la mirada de la chica muerta justo a un lado de ella, recordando una y otra vez sus palabras —¡Tú tuviste la culpa! —hasta que el agudo dolor en su pecho se vuelve tan fuerte que la tira en el suelo y todo su cuerpo comienza a temblar.

Aimi ha perdido el sentido del tiempo pero puedo decir que su agonía ha durado más de treinta minutos, incluso la tormenta ha disminuido a una ligera lluvia y el sol no tarda en salir. Reacciona hasta que su atención se centra en el sonido de una patrulla acercándose a toda velocidad, por lo que dejando la mente en blanco y tras un chasquido, Aimi sale apresurada de la casa en dirección a su habitación, como si se hubiera olvidado de todo lo que acaba de sentir, aunque en realidad solamente a decidido ocultarlo.

Para regresar a su habitación debe atravesar el frondoso bosque artificial que pertenece a Vauman. Al saltar de rama en rama observa en la base de un árbol a un vampiro de piel morena llorando. Hasta que el sujeto levanta la mirada y se limpia las lágrimas logra comprender que se trata del presidente del consejo.

Los rojisos ojos con parpados inchados y la moqueante nariz entorpecen por completo la impecable apariencia con la que mi primo siempre se presenta. Sin pensarlo se detiene para observarlo y una sensasión emerge dentro de ella, algo similar a la empatía pero se entendería más si lo describo como "verse reflejado en el otro". Incluso el color que los rodea toman el mismo tono.

Aunque decide avanzar no desvía la mirada pues lo continúa observando de manera hipnótica y por accidente choca contra una de las ramas del árbol más cercano al presidente del consejo, haciendo que mi primo salte rápidamente para buscar al causante del sonido. Para fortuna de Aimi logra entrar a su cuarto antes de que Kader se percate de su presencia, deja su ropa sucia en el baño y cae inconsciente debido al cansancio.

Su estado de inconsciencia fue tan profundo que no se levantó para ir a clases, aunque tampoco tenía muchas ganas de ir. No salió de su cuarto ni para comer a pesar de que su estómago suplica por un poco de comida desde que despertó, únicamente se la pasa leyendo las cartas del orfanato, como si buscara que estas le dieran una pista acerca de lo que debería hacer, rascándose compulsivamente el cuello cada vez que lee.

El anochecer no tarda en llegar y su falta de comida junto con su miedo a responder las cartas estaban a punto de volverla loca hasta que alguien llama a su puerta. Del otro lado se encuentra esperando nerviosamente una chica alta de complexión robusta, lo que más destaca en ella es su sedoso cabello rubio peinado con delicadeza, su ropa perfectamente seleccionada y un maquillaje capaz de expresar su personalidad —Disculpa ¿Tú eres Aimi? —comienza la joven cuya voz es más grave de lo que aparenta.

Aimi duda un par de segundos antes de responder con la cabeza e inmediatamente la chica continúa hablando con una enorme sonrisa —Iri me pidió buscarte, parecía preocupado —escuchar el nombre de Iri le cae como una cubetada de agua helada debido a que se había olvidado por completo de él desde el incidente de anoche —Está esperando abajo por si quieres ir a verlo —saber que alguien ajeno al orfanato se acordaba de ella, a pesar de no pasar mucho tiempo juntos, impacta de buena manera en Aimi debido a que, a pesar de sus inseguridades, baja a verlo aún con la pijama puesta.

La única forma que tengo de verteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora