Una larga noche.

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Lejos de las pesadillas recurrentes, el descanso no llega a Aimi porque su mente continúa creando escenarios fatídicos para lo que ocurrirá esta noche. A pesar de haber hablado con Mirai no distingue algún rastro en la escuela que indique que se preparan para lo peor, situación que empeora su estado de ánimo, la única forma que se le ocurre para proteger a Katherine es estar con ella en todo momento.

La mañana antes de que todo comience, el consejo anuncia la fumigación de los planteles por una supuesta plaga, por lo que al final de las clases todos los alumnos deben regresar inmediatamente a sus casas, esto tranquiliza a Aimi en un principio, pero cuando se entera por parte de Katherine que solamente Arturo y Solín cuidarán la escuela no puede evitar rascarse el cuello compulsivamente, aunque Iri la detiene en cada oportunidad.

Las clases transcurren sin ningún problema y más de la mitad de los estudiantes regresan a sus casas dejando la mayor parte de las instalaciones vacías. Se supone que Iri regresa a su casa los fines de semana pero desgraciadamente sus padres le marcaron en la mañana para avisarles que se encuentran atorados en el trabajo, su padre específicamente le dijo —Quédate en la escuela, será lo mejor —aunque su madre le dijo lo contrario, por lo que después de meditarlo un poco decidió quedarse para compartirles uno de sus animes favoritos a sus amigas y Aimi aprovecho para alimentarlo con todo aquello que encontraba.

Durante estos dos días Kader se encargó personalmente de contarle todo a los reyes y generar las estrategias de defensa, pero al ser tan inseguro a estado dando vueltas por todo el tercer piso debido a que como mínimo tanto él como Mirai tardará quince minutos en llegar a la escuela cuando todo comience, afortunadamente la llegada de su pequeño hermano Zuri cargando un par de maletines apaciguan un poco su ansiedad. Una vez que Zahir y todos los miembros del consejo se reúnen en la sala, Zuri abre los portafolios y le entrega a cada uno sus herramientas de combate.

Una hora antes del toque de queda Iri regresa a su dormitorio para comenzar su maratón de videojuegos, por su parte Katherine se queda a estudiar en la biblioteca, pues desde el año pasado tiene problemas entendiendo los logaritmos y, sin intención de dejarla sola, Aimi le hace compañía tratando de mantenerse alerta, pero el silencio del lugar y la falta de sueño le dificultan la tarea.

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En teoría los guardias alrededor de la escuela debieron ser duplicados por Arón, sin embargo el mensaje fue interferido y modificado para que ese día hubiera la mitad de los guardias, todos novatos, por lo que en la noche, cuando la luna brilla desde el punto más alto, ninguno logra contener por mucho tiempo el ataque de los renegados. Todos perecieron sin la posibilidad de enviar la señal de auxilio a Arón.

Katherine guarda un tanto perezosa sus cosas pues a pesar de su vasta concentración sigue sin entender cualquier cosa relacionada con el álgebra. Al terminar de guardar, las luces de la biblioteca se apagan repentinamente haciendo que Aimi entre en estado de alerta, aunque cuando Katherine observó la hora en su celular sospecho que se apagaron por el toque de queda, para su desgracia la seguridad en sus palabras no duró mucho al escuchar gruñidos estremecedores que penetran hasta lo más profundo del tímpano por la aspereza del sonido.

No pasó mucho tiempo para que gritos de horror se escucharan dentro de la biblioteca, por lo que Aimi empuja a Katherine debajo de la mesa y con el dedo índice le indica guardar silencio. Un segundo grito la guía hasta el otro extremo de la biblioteca y una vez acostumbrada a la oscuridad puede observar al pequeño grupo de estudiantes siendo acorralados por vampiros oscuros, guardando su distancia con una mesa.

Aprovechando la ceguera de los oscuros se les acerca sigilosamente. En cuanto los estudiantes la vieron hicieron todo lo posible por hacer más ruido para mantener la atención de los oscuros y de esta forma Aimi logró decapitar de un solo tajo a dos de ellos. El tercero hizo un desastre en la biblioteca, aunque Aimi pudo acabar con su vida sin una sola quemadura. Los estudiantes le agradecieron enormemente pero únicamente recibieron la orden de seguirla. Molestos y espantados, el grupo avanza detrás de Aimi dejando a sus espaldas tres manchas oscuras pegadas al piso de la biblioteca.

La única forma que tengo de verteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora