Día 1: Vegetta Enderman

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Se asomó por uno de los árboles de cerezo de la zona, desde ahí la luz de la casa llegaba hasta él, pero con suerte no se daría cuenta que estaba. El híbrido de oso parecía estar más concentrado en arreglar los cofres, ya que estaba arrodillado en el suelo sacando cosas de ellos

Llevaba casi un mes observándolo desde lejos, y aunque solo podía hacerlo por las noches cuando se echaba a dormir o estaba ocupado en su casa, le hacía feliz tener la oportunidad de verlo por un momento.

El pequeño humano le había causado curiosidad una de esas noches en las que caminaba por el prado de flores, lo vio correr en la lejanía, escapando de los monstruos que lo seguían. Cómo forma involuntaria se escondió para no ser visto, pero no pudo evitar notar la belleza del chico, quedando hipnotizado por ella.

Desde ese día ocupaba sus noches en espiarlo, algunas veces lo veía simplemente pasear por su casa, organizando cosas o buscando en que perder el tiempo, otras veces tenía que seguirlo por el pueblo, ya que iba a visitar a sus compañeros o incluso a pasear por el pueblo.

En cualquier caso, mantenía su distancia, aunque ese humano le causará tanta curiosidad, aunque le gustaría acercarse a él, no podía. Él era un monstruo frente a ellos, era algo que si veían tenían que matar, y aunque esa sonrisa parecía amable, no podía confiar su vida en la especie que destruía a los suyos.

Escuchó la puerta abrirse por lo que se alejó de los grandes ventanales teletransportándose a uno de los lados de la casa para ocultarse tras la pared. Notó como la cabellera castaña del castaño se asomó, mirando a ambos lados como buscando algo

-¿Hola? ¿Hay alguien ahí?

Dio pequeños pasos hacia atrás alejándose de ahí, pero el sonido de los demás monstruos acercándose llamo la atención del chico, dirigiéndose hasta donde estaba. Para su suerte logro teletransportarse muy lejos justo cuando llegó a la esquina de la construcción.

Soltó un suspiro que fue muy ruidoso para su gusto, no podía esperar menos, el ruido habitual que emitía era muy molesto, pero cada que abría la boca lo soltaba de manera involuntaria. Notó que los rayos del sol comenzaban a salir, por lo que se transportó a una de las cuevas más cercanas pasando la mañana ahí.

Estaba acostumbrado a pasar sus días solos, y es que luego de que los héroes se encargarán de destruir a todos los monstruos, casi no quedaban endermans en la zona. Tal vez esa es la razón por lo que lo mínimo ya le parecía interesante, porque no tenía mucho más que ver.

La noche llegó antes de lo esperado, así que hizo su rutina habitual, pasear un poco por el prado antes de llegar hacia donde se encontraba el humano. Está vez lo encontró fuera de su casa, sentado justo frente a la puerta de esta.

Se escondió como le era costumbre, mirando que hacía, pero no sé esperaba que justo en ese momento el humano mirará hacia su dirección. Asustado se teletransportó más lejos, aunque un grito de lejos lo hizo detenerse

-¡Espera!

Se dio vuelta despacio, mirando como el humano se acercaba con espada en mano y a paso lento. Tenía una mueca tranquila, como si estaba dispuesto a no atacar mientras él no lo hiciera

-Cruce miradas contigo, pero no me atacaste- se acercó lentamente hacia él- ¿Qué eres?

Ladeó la cabeza sin entender la pregunta, estaba claro lo que era, a simple vista se podía notar, no entendía la estúpida pregunta del humano. Pero de cierta manera, entendía su sorpresa, los de su raza atacaban al sentirse amenazados con la mirada, mientras que él había huido cuando la cruzo con el castaño

Abrió la boca emitiendo su sonido característico, el contrario tapó sus oídos aturdido, haciendo que se sienta culpable y se aleje con miedo

-No, no, no, tranquilo, estoy bien- levanto las manos en señal de calma- Solo que...tu sonido es algo fuerte

Rubegetta Month 2022Donde viven las historias. Descúbrelo ahora