18.¿TE DIO PENA MIRARME?

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LA NOCHE pasó tranquila, no hubo pequeñas bestias ni nada salió de repente de la noche oscura. Y Sun Wenqu estaba tan seguro de esto porque básicamente —debido a lo inquietante que le parecía que este grupo de personas se las arreglara para dormirse así nada más— se mantuvo despierto toda la noche.

En la segunda mitad de la noche, pudo dormitar por un tiempo, pero no pasó mucho antes de que las personas que esperaban ver el amanecer se despertarán de nuevo y el sonido de los gritos y vítores resonaron alrededor, lo que hizo que los ojos de Sun Wenqu volvieran a abrirse. 

No participó en el evento «Grito al Amanecer» y para cuando se levantó, todo el mundo había regresado al campamento y estaban comenzando a preparar el desayuno.

Fang Chi le dio una caja de pastillas de ginseng americano.

—Este olor... es como masticar madera. —Sun Wenqu sacó uno y se lo metió en la boca—. ¿Funciona?

—No sé, no lo he comido antes —dijo Fang Chi—. Lo guardo para ayudar a esos mochileros principiantes posers[1] que se ponen a gatear después de dos horas de caminata.

—Vete a la mierda. —Sun Wenqu lo miró de reojo—. ¿Sabes que ya habría perdido la paciencia y cortado lazos hace mucho tiempo con cualquiera que me hablara así?

—No te atreverías a pelearte conmigo ahora mismo. —Fang Chi tomó un cartón de leche y lo bebió lentamente.

—Ooh, ¿estás tan seguro? —preguntó Sun Wenqu con diversión.

—Incluso contando con el grupo actual entero —Fang Chi lo miró—, realmente no podrías salir de aquí. El único que puede bajarte de la montaña soy yo.

Sun Wenqu no dijo nada más. Fang Chi en realidad estaba diciendo puras verdades. Todos estos tipos se veían bastante fuertes y robustos, y algunos de ellos eran veteranos en el senderismo, pero en caso de que no pudiera caminar más, nadie podría realmente sacarlo de este lugar.

—Wenqu —Luo Peng se puso en cuclillas junto al fuego, quién sabría lo que estaba cocinando—, ¿cómo está tu pierna?

—No está mal, ya no siento nada. —Sun Wenqu movió la pierna—. Solo estoy un poco adolorido, supongo que es por la caminata.

—Estamos por ponernos en marcha —dijo Luo Peng—. Hoy todavía tenemos que ir un poco más allá, sobre la colina y luego volver a bajar, ¿podrás soportarlo?

—Estoy bien. —Sun Wenqu bostezó.

—¿Quieres algo de beber? —Zhang Lin también se puso en cuclillas junto al fuego y lo removió—. Acabamos de conseguir...

—Solo dame una taza de café —dijo Sun Wenqu

—¡Estás soñando! —gritó Zhang Lin—. ¡Parece que aún no estás despierto!

—Entonces, qué hay para beber, déjame ver. —Sun Wenqu se acercó y miró durante mucho tiempo, sintiéndose un poco sin palabras y perdido.

Había dos tipos de sopa; una dulce y otra salada. La dulce era una sopa de huevo con granos de maíz y la salada era una sopa de huevo con jamón y salchicha. En resumen, todos los ingredientes sobrantes de la barbacoa de la noche anterior.

Aunque estaba acostumbrado a desayunar sopa, decidió no beber ninguna de estas enigmáticas sopas con sabores misteriosos.

Todavía había pan y galletas en su bolsa, así que sacó un par de paquetes y se sentó en una gran roca a su lado y las mordisqueó.

Pero mientras daba un bocado, de repente sintió una cierta fragancia, un olor rico y dulce que hizo que su estómago se sintiera vacío y con una necesidad desesperada de comida.

imprevisibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora