28. HEY YOU! RISE UP!

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EL TELÉFONO de Sun Wenqu sonó varias veces y este no lo levantó para mirar quién llamaba ni una sola vez.

Ma Liang echó un vistazo desde la puerta, pero no entró.

A pesar de que este era su despacho, ahora le pertenecía a Sun Wenqu, quien llevaba aquí toda la tarde y la mitad de la noche, sin siquiera haber comido un solo bocado.

Sun Wenqu era una persona que pasaba la mayor parte del tiempo dando vueltas por ahí, incluida la hora de acostarse. Sin embargo, aunque estas habilidades que lo habían acompañado desde que era un niño le dolían y molestaban, cuando se ponía a hacerlas seriamente, daría a otros la impresión de que estaba totalmente fascinado con ello; hundido hasta las profundidades del mar e incapaz de volver a subir.

Ma Liang sentía que las palabras «absorto» o «intoxicado» no alcanzaban para describirlo, era incapaz de encontrar una descripción adecuada.

    

No fue hasta casi las diez que Sun Wenqu dejó su lápiz y salió del despacho.

—Ven a comer algo. —Hu Yuanyuan se levantó de inmediato—. Te lo calentaré.

—Quiero comer fideos, cuñada, prepárame un tazón de fideos. —Sun Wenqu miró su teléfono; recién reemplazado, todavía un poco incómodo de usar, y batalló medio día antes de abrirlo. Dos de las varias llamadas perdidas eran de Fang Chi—. También agrégale esas salchichas que te traje, solo un poco.

—Está bien. —Hu Yuanyuan entró en la cocina.

—No se t-te hizo tarde, ¿verdad? —preguntó Ma Liang—. Ese teléfono sonó mu-muchas veces.

—¿Tarde para qué? —Sun Wenqu dejó su teléfono a un lado y se sentó junto a Ma Liang—. Regresaré luego, tengo mucho sueño y quiero dormir.

—Te llevaré —dijo Ma Liang.

—No. —Sun Wenqu bostezó—. Saldré mañana, tomaré el auto.

—Hm. —Ma Liang le dio unas palmaditas en el hombro—. Te dije que lo di-dibujaras en el ordenador, pero tú tenías que hacerlo a mano.

—No puedo usarlo. —Sun Wenqu cerró los ojos, y cuando Ma Liang estaba a punto de hablar, añadió—: No digas que puedo aprender, no quiero aprender.

Ma Liang se rio durante mucho tiempo.

    

Si dejaba de lado las clases privadas a Fang Chi, Sun Wenqu en realidad no había hecho nada que podía considerarse «serio» en muchos años. Antes de comer, estaba bien, solo se sentía un poco somnoliento. Pero luego de comer el tazón de fideos cocinados por Hu Yuanyuan, era como si el agotamiento estallara violentamente en todo su cuerpo.

Tal vez fuera porque los fideos con salchicha eran demasiado buenos, aunque si los hubiera cocinado Fang Chi, habrían sabido todavía mejor... No, en realidad Hu Yuanyuan cocinaba mucho mejor que Fang Chi.

Sun Wenqu volvió a bostezar y la carretera frente a él se volvió un poco borrosa. Se frotó los ojos, encendió la música en el auto y subió el volumen al máximo.

Ese sonido atronador que haría que cualquier corazón saltara repentinamente y se estremeciera lo despertó al instante.

Hey-you! Wake up! —gritó con voz ronca, tamborileando en el volante con los dedos.

Hey-you! Wake up!

Open your swollen eyes

Erosion invades your mind

imprevisibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora