Un Mundo Futa |+18|.

Capítulo 7

Narra Isadora

Mi nombre es Isadora y soy Comandante de la guardia real de Arcadia, capital importante donde nació gracias a la primera Gobernante del lugar, la señora Yarhan quien gracias a ella pudo unir a todas las razas, elfas claras, elfas nocturnas, orcas, semi bestias, semi humanas, humanas, enanas. Todo tipo de raza han sido unidas gracias a ella para vencer a la Diosa Corrupta quien había decidido destruir el mundo.

Como Comandante del ejército real es mi deber defender a todos las pueblerinas, las campesinas y las ciudadanas de la gran capital de Arcadia, investigar junto a las hechiceras de la academia de magia y las hermanas de La Santa Inquisición. Mi mayor inspiración es la Diosa Yarhan quien sacrificó cuerpo y alma en derrotar a la Diosa Corrupta Gaia. Se dicen que ella pertenecía hace años al Gremio Lengua de Dragon.

Antes de ser Comandante fui parte de aquel gremio ya que quería forjarme una leyenda como lo hizo ella, una humana sin ninguna capacidad mágica siendo objetivo de racismo y odio por ser una No Magica, pero cerro la boca a todos cuando pudo derrotar a la Reina Demonio donde se convirtió al principio en la Reina de Arcadia y luego como Suma Sacerdotisa de la Diosa y luego en la mismísima Diosa.

Un suspiro sale de mis labios, añoraba poder ser como ella pero cada vez que logro algo siento que se queda pequeño ante las hazañas de My Lady, a pesar de eso no atenpondre mis responsabilidades a mis deseos. Cierro el libro que relata la vida de Yarhan y me visto con poca ropa, llevaba ropa ligera mientras en la cintura tengo guardada una daga mágica con fuego y veneno para defenderme, aunque dudo que eso sirva de algo ya que puedo defenderme bien con los puños.

Arcadia es una capital pacifica pero eso no quiere decir que no hayan mujeres que quieran hacer el mal. Dejando ese tema de lado, salgo de mi casa para dirigirme a los baños termales y poder relajarme un poco, dice que los baños termales alivian todo las dolencias del cuerpo y restauran el cuerpo de las personas, son aguas curativas que nos proporcionaron las Elfas de Luz por la alianza de hace siglos.

La carretera estaba siendo transitada por las carrozas de mercaderes y varias semi humanas, por suerte para mi pude arreglarme el cabello para que no me identificaran, no me molesta que me adulen pero me gustaría tener una vida de paz. Antes de ir a las aguas termales debo pasad por el gremio Lengua de Dragon para ver a una vieja amiga semi elfa humana.

Al salir del territorio transitado comienzo a caminar por las aceras del lugar, el gremio no estaba lejos ya que se podría llegar a casi 10 minutos caminando. Varios minutos pasaron y con ello pude divisar a Lengua de Dragón a lo lejos.

Sonrei al ver el viejo gremio siendo igual que antes; al entrar pude ver varias caras nuevas en el lugar por lo que fui a la excepción y pude encontrarme la semielfa humana escribiendo varios papeles. Al estar ahí en la recepción, llamé la atención a mi amiga semi elfa humana quien me miró si en algún estado de ánimo y con algunas ojeras en el rostro.

- Hola Kitana, ha pasado un largo tiempo.- en un momento ella  abrió los ojos a más no poder, estaba que parecía que estaba a punto de salir de sus cuencas; es chistoso por esto ya que me causó bastante gracia y ella me agarra los los hombros abrazándome con fuerza. - Ya ya no me ahogues por favor.

- Pero es que paso mucho tiempo Isadora -dijo sin levantar la voz pero obviamente bastante feliz, yo correspondi al abrazo de ella con cariño, habían pasado casi 10 años desde que renuncié al Gremio Lengua de Dragon cuando me convertí en comandante de la nación.- Diosa, no vas a creer lo que sucedió.

Para resumir por todo esto, ella me contó que una nueva aventurera con su hija habían llegado recientemente hace casi un mes atrás, donde les dio la misión de asesinar a las Kobolds pero al final la misión se convirtió en una de rescate en donde salvo a una sacerdotisa llamada Eileen, quien fue para su desgracia la última superviviente de su pueblo.