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Escuché un ruido
en la cocina
y me paralicé:
él estaba aquí.
Mi sangre se volvió hielo;
y yo, pequeña,
me escondí
detrás de un mueble
esperando el momento
del primer golpe. 
En mis oídos
lo único que sonaba
eran los latidos
de mi corazón. 


InconexiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora