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No solo jugó con mi mente,
también con mi cuerpo.
El amante se tornó en amenaza,
en castigo y dolor,
un recordatorio constante
de mi inseguridad.
Me fui perdiendo poco a poco,
hasta olvidarme de mí.
Hasta que yo me
olvidé de ti.
Tomé aquel velador
que siempre odié
y lo arrojé contra el televisor. 





InconexiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora