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Llegué a la casa y te busqué.
Te busqué en fotografías,
en la música y
aquel diario íntimo viejo
que había dejado llenarse de polvo
en la cómoda de mi habitación.
Te busqué en mi propia mirada
y, por un momento,
me pareció verte ahí.
Volví a llorar
y me abracé a mí misma,
sintiendo que también
lo hacía contigo,
como reencuentro
de lo quien supe ser.

InconexiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora