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Hoy libraba. Menos mi prima y Kathe, pero Mai y yo si librábamos. Para la suerte de mi prima, no trabajaba por la mañana, sino por la tarde. La mañana la aprovechó que mi tía fue a hacer una escapada a la montaña y se puso a limpiar la casa. No fue una idea muy buena, que digamos. Mi prima es bastante escandalosa y cuando hace algo que le entretiene o que le gusta pone música. Pero pone la música al 100. No literalmente, gracias a dios que el volumen del altavoz sólo le da para el 30, porque si no, ya habría explotado la casa entera. Yo seguiría durmiendo a gusto, nunca me ha importado el ruido. Me crié con mi hermano, que también pone música para limpiar o hacer cualquier cosa que le entretenga, así que desde muy pequeña ya he estado acostumbrada al ruido. Ya no es sólo mi hermano, sino que mi barrio en si y mis vecinos era muy notorio. Todas, absolutamente todas las mañanas ponían música. Hasta para ir al baño ponían música. Me gusta la música pero no pondría música para lavarme las manos. Para eso mejor la pongo cuando me ducho que duro más. Me estaba dejando dormir hasta que oí una llamada entrante en mi teléfono. Era de mi hermano.
—Vaya hombre, por fin se digna a llamarme. —Cogí la llamada y sonó mucha bulla alrededor unos segundos, después ya habló mi hermano.
—¿Qué tal, Blanca?
—Por fin te dignas a llamarme. —Refunfuñé.
—Es que, si yo te contara... —Solté una carcajada —¿Tú qué tal?
—Yo bien. Ya hacen 12 días que llegué y ya tengo los brazos molidos.
—¿Cómo está Bry?
—Bien, limpiando.
—Ya, ya, ya oigo la música de fondo. Blanca, estoy liadísimo, no te oigo nada y apenas hay red aquí, ¿puedo llamarte más tarde?
—Sí, Ago, sin problema.
—Pues bien. Hasta después Blanca.
—¡Te quiero! —Grité antes de que colgara. De un momento a otro, empezó a llover. Mi prima no se dió ni cuenta —normal— y se distrajo más de lo normal, y estaba al borde de que llegara tarde.
—¡Aubrey! —Chillé.
—¿¡Qué pasa?! —Respondió como pudo ante la música alta—.
—¡Estás al borde de que se te haga tarde, vete!
—¿¡Que estoy siendo borde y que me vaya?!
—¡No! ¡Digo que...! —Me paré en frente del altavoz y bajé la música. Mis oídos me susurraron las gracias en bajito.
—Estoy diciendo que se te va a hacer tarde. —Conseguí decir, esta vez sin chillar.
—Trabajo de tarde.
—Ya, pero, según me habías dicho ayer, la jefa te había dicho que tenías que estar ahí antes porque quería hacer no sé qué cosa. —Me crucé de brazos.
—Mierda —Protestó. —Es verdad. ¿Qué hora es?
—Las 10:00. Te pidió que estuvieras ahí a las y veinte, ¿no?
—Nana no sé cómo eres capaz de acordarte de todo. Me voy volando, ¡adiós!
—¡Bry, espera! ¡Está llovien...! —No me dió tiempo a terminar la frase. Ella se fue y yo no sabía que hacer. De nuevo, me llegó una notificación de instagram. Y, oh, qué sorpresa. Era de nuevo el pesado de Rafael.
Rafael: Hoy trabajas?
Qué absurdo. Escribirme para saber eso. Una simple cosa. Si fuera alguna amiga lo entendería, pero, ¿Rafael? no podía escribirme. Nos caemos mal. No entiendo cuál es el problema que tiene.
Diana: No, por?
Rafael: Porque iba a pasarme a verte.
Joder. Ya estamos.
Diana: Y por qué razón querrías verme tú?
Rafael: Tranquila, que si no te lo cuento yo, te lo cuenta tu prima.
¿De qué narices estaba hablando? No me gustan los misterios. Me dan a adivinar y pretenden que lo adivine como si fuera una adivina.
Diana: Eso qué significa?
Rafael: Nos vemos mañana, Diana.
No, no podía dejarme así. Ahora estoy intrigada.
Diana: De verdad te vas a ir así como así sin contarme nada?
Rafael: Esperabas que te lo contara?
Diana: Pues es lo más lógico.
Rafael: Diana, ya te lo he dicho. No te lo voy a contar yo, porque te vas a poner con tus paranoias y esas mierdas.
Diana: Pretendes que espere a mi prima 5 putas horas para que me lo cuente?
Rafael: Es la única opción. No insistas más, Diana. Eres una impaciente. No entiendo cómo tu prima te soporta.
Me estaba empezando a cabrear. Y con motivos. Ese chico es un... sin vergüenza, maleducado, borde y un chulo. Se cree que tiene el mundo a sus pies.
Diana: No crees que si insisto será por algo? Si me estás diciendo esto y no me lo quieres contar pues podré imaginarme que a mi prima le ha pasado algo malo.
Rafael: Eres una exagerada. No le ha pasado nada a tu puta prima, para ya de molestarme. Te estoy diciendo que no te lo voy a contar yo. No sé en qué parte te pierdes. A esto me refería con tus paranoias.
Decidí zanjar la conversación, porque, si seguía, se iba a poner peor. ¿Una impaciente? ¿yo? soy la persona más paciente que conozco. Lo heredé de mi madre —allá donde esté—. Y, ¿exagerada? ¿Le parece exagerado insistir por algo que no te quiere contar y que piensas que le pasó algo a un ser querido que ha estado desde que pusiste un puto pie en esta tierra? No, desde luego que no. ¿Paranoias? ¿Le pareció una paranoia por preocuparme por mi prima? Ese chico está fatal de la cabeza. Te juro que lo está. Más insoportable no puede ser. El dolor de cabeza que tendrá que causarle a sus amigos será increíble.

—¡Nana! —Gritó Aubrey entrando por la puerta.
—Hola, Bry. ¿Cómo te fue?
—Bien, pero ahora tengo que hablar contigo de algo que probablemente no te guste. —Mi adrenalina invadió mi cuerpo en cero coma. Tal vez era lo que Rafael me había dicho, y ya era hora. Las cinco horas se me habían hecho eternas.
—Dime.
—Últimamente el bar va mal. No va casi gente y apenas ganamos dinero.
—¿Eso qué significa? —Mascullé preocupada.
—Que necesitamos a más gente.
—¿Y ya saben a quién? —Bry se me quedó mirando un par de segundos.

Estaba preparada para la respuesta.

—Rafael.
O tal vez no lo estaba.
No me sorprendió que lo dijera. Ya algo sospechaba. De todas formas, entorné los ojos.
—Yo sé que te disgusta, pero ahora va a ser tu compañero. Tienes que llevarte bien con él.
—Intenta tú llevarte bien con alguien egoísta, egocéntrico, maleducado, sin vergüenza y narcicista.
—Ya lo hago. —Esbozó una sonrisa, que claramente a mí risa no me daba. Volví a entornar los ojos de nuevo.
—Nana, dale una oportunidad. Yo también pensaba como tú y...
—No. No voy a darle ninguna puta oportunidad —Me levanté de la cama de golpe— Me he portado demasiado bien con él para que venga a tratarme así. No merece mi buen trato. Gente así no. Gente como él no. —Tiré la tablet a la cama, que seguía con el instagram abierto, y me fui al salón. No me podía creer que mi propia prima no me entendiera. No estoy siendo injusta, lo injusto es que yo me porte bien con alguien para que después desprecien mi buen trato con malas palabras o sin decir por favor ni gracias. Y no es la primera vez que me pasa, por eso lo digo. Estoy harta de que desprecien mi buen trato. Y no voy a permitir que otro imbécil venga a hacerme sentir mal.

Todo Fue En VilaflorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora