Capitulo Cinco

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El piloto con el casco puesto estaba de pie sobre el casco de la nave, casualmente equilibrado, con ambas manos en el bláster. Obi-Wan alzó una mano y dio un empujón de Fuerza. El piloto tropezó hacia atrás… mientras Ferus alzaba su propio bláster y Obi-Wan saltaba hacia adelante para colocar la hoja de su sable láser sobre el cuello del piloto.

El piloto miró hacia arriba con los ojos azul oscuro como platos.

—Vaya —dijo ella—, qué cosas pasan. Un Jedi.

—¿Quién eres? —preguntó Obi-Wan.

—Raina Quill. Soy una comandante de la resistencia de Acherin. Encantada de conocerte. Eso en el caso de que apartes tu sable láser de mi cuello.

Era una mujer humanoide alrededor de la edad de Ferus. Su mirada parecía amigable, si bien intensa, pero Obi-Wan no iba a dejarla libre todavía.

—¿Por qué nos obligaste a bajar?

—Porque estabais a punto de aterrizar en mitad de territorio controlado por el enemigo, justo al alcance de un turboláser. Me dio la impresión de que no os gustaría eso. Oye, pensé que todos los Jedi estaban muertos.

Obi-Wan desactivó su sable láser.

—No todos.

—Aparentemente —se sentó cautelosamente—. Owhh. Por lo que parece, todavía estamos tras las líneas enemigas. Y tengo la sensación que esos cazas no nos perdieron. Tenían mejores cosas que hacer. Pero apuesto que difunden nuestro lugar de aterrizaje entre la infantería.

—¿Quién es el enemigo? —preguntó Ferus.

—El Imperio, por supuesto —dijo ella.

—Pero eráis un planeta Separatista.

Raina se puso en pie y se quitó el casco, liberando una larga trenza castaño rojiza.

—Eso no significa que apoyemos al Imperio. Queríamos el derecho de separarnos de la República, no convertir la galaxia en un lugar de poder absoluto. Ahora tenemos un Emperador respirando sobre nuestros cuellos. De todas formas, estábamos negociando una tregua con el ejército de la República cuando acabaron las Guerras Clon. Después de echarle una mirada al Imperio, decidimos cancelar la tregua y seguir luchando en su lugar.

—¿Y cómo está yendo? —preguntó Trever.

—Hemos estado luchando durante casi un año —dijo ella—. Pensaron que nos aplastarían en cuestión de semanas. Pero no vamos a ganar. Eso lo sabemos. Estamos manteniendo un último reducto en nuestra antigua ciudad de Eluthan. Tenemos nuestro ejército concentrado allí. Es una ciudad amurallada, y hemos evacuado a la mayoría de los civiles. Deberíamos tratar de llegar allí tan rápido como podamos. Y —agregó con una mirada pesarosa a sus naves—, me temo que vamos a tener que caminar.

—¿Conocías al Comandante de las Fuerzas de la República? —le preguntó Obi-Wan.

—¿Garen Muln? Sí, me reuní con él una vez, cuando estábamos negociando la tregua. Pero deberías hablar con nuestro comandante, Toma. Él trató con Muln. Estaba con él durante ese último día… el día que el Canciller dijo que todos los Jedi eran enemigos. El día de la masacre. Obi-Wan sintió que Ferus le miraba. Ferus sabía que Garen había sido un buen amigo de Obi-Wan. Ferus le había conocido como aprendiz, en lo que todavía pensaba como su vida anterior.

—Mira, será mejor que lleguemos a Eluthan —continuó Raina—. Puedes hablar allí con Toma.

Obi-Wan y Ferus intercambiaron una mirada. Realmente no tenían otra opción. Necesitaban una nave para salir del planeta, y Raina era su mejor opción para encontrar una.

The last Jedi : Dark WarningDonde viven las historias. Descúbrelo ahora