Capitulo Diecisiete

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Aterrizó la nave de Toma fuera del asentamiento de Mos Eisley. Obi-Wan se envolvió en su capa mientras el viento agitaba la arena del exterior. Todos solían refugiarse durante tormentas de arena. Caminaría solo hasta su morada.

—Adiós, Trever —dijo Obi-Wan—. Hemos tenido un viaje interesante juntos. Que la Fuerza te acompañe.

—Que vuelva a ti, ’Wan.

Trever entró en la nave, y Obi-Wan se quedó en lo alto de la rampa con Ferus. Las partículas de arena arañaban sus mejillas.

—Un lugar encantador —comentó Ferus—. Puedo ver por qué quieres quedarte.

—¿Y tu asteroide es un jardín?

—Ah, pero lo será.

Obi-Wan quería quedarse con Ferus, pero sabía que debía seguir solo.

—Me alegra que nuestros caminos se crucen de nuevo —dijo ahora.

—Fuiste amable conmigo cuando fui aprendiz —contestó Ferus—. Te admiraba más que a cualquier Jedi… a ti y a Siri. Ahora supongo que también debo confiar en ti. Eso no es tan fácil.

—Qui-Gon diría que en lo que se refiere a la Fuerza Viva, la confianza es la única moneda en curso —dijo Obi-Wan.

Ferus asintió.

—Dijiste que me ayudarías si lo necesitaba. Te prometo lo mismo. Que la Fuerza te acompañe, Obi-Wan Kenobi.

—Que la Fuerza te acompañe —dijo Obi-Wan—. Encuéntralos y reúnelos. Ponlos a salvo.

Ferus retrocedió por la rampa con su nuevo sable láser. Obi-Wan observó y una voz entró en su cabeza.

Nunca dije que la confianza fuese la moneda en curso de la Fuerza Viva. —sonaba seco Qui-Gon—. ¿No?

No creo que dijese nada tan pomposo. Suena más a ti.

Obi-Wan se recostó contra el muro de roca.

—Es bueno estar de vuelta.

Algo ha cambiado en ti. Lo siento.

—Ahora sé por qué no estaba preparado para recibir el entrenamiento —dijo Obi-Wan—. Había perdido mi conexión con la Fuerza Viva. Tú me enseñaste, mi vida me había enseñado, Siri me enseñó… cómo conectarse con la Fuerza Viva.

—Solo sentías rabia y culpa y la dirigiste hacia ti.

—Había mucho por lo que culparme.

—Tal vez.

—Pero aun así, no podía ver la forma de escapar de eso.

Cargaste con toda la responsabilidad por lo que ocurrió. Repasaste tus errores una y otra vez. Deberías saber esto, Obi-Wan, fue Anakin el que eligió volverse hacia el lado oscuro. La pena no le empujó hacia allí. Tú no le empujaste hacia allí. Él tomó la decisión.

—Hubo tantas cosas que debería haber visto. Tantos lugares donde debería haberle corregido.

Sí. Pero debes aceptar tu arrepentimiento del mismo modo en que aceptas tus errores. Después seguir adelante.

—Alguien me dijo eso una vez, hace mucho tiempo.

La sonrisa había vuelto a la voz de Qui-Gon.

—¿No?

No creo que dijese nada tan pomposo. Suena más a ti.

Obi-Wan sintió que algo se alzaba. Qui-Gon estaba en lo cierto. La culpa le lisiaba, y ahora se había ido.

Había aprendido a perdonarse a sí mismo. Había aprendido a abrirse de nuevo al dolor.

Ya no era el mismo hombre que era cuando se exilió a sí mismo por primera vez en Tatooine. Había querido al exilio más que a sí mismo. Había querido exiliar su corazón.

Bueno, viviría aquí, y velaría por Luke, pero no dejaría de vivir.

Y empezaría por perdonar sus errores. Ahora sabía que era parte de una gran lucha.

La galaxia no se volvería contra sus fracasos. No dependía de su éxito.

El poder del Imperio era impresionante. Aterrador. Pero Luke y Leia estaban vivos.

Ferus estaba vivo, y tal vez otros Jedi también lo estaban. Algún día, una rebelión se alzaría.

Obi-Wan observó la nave gris alzarse en el aire y desaparecer de la vista. Ferus era el futuro. Ferus tomaría la pelea a la que Obi-Wan no podía unirse.

Obi-Wan preparó su mente. Sintió la presencia de Qui-Gon, estable y seguro.

—Estoy listo para empezar —dijo.

The last Jedi : Dark WarningDonde viven las historias. Descúbrelo ahora