Epílogo

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Ferus introdujo la nave en la abarrotada vía rápida espacial hacia la superficie de Coruscant. Trever nunca había visto tanto tráfico espacial. Las vías estaban densas por los vehículos, todos maniobrando con habilidad para conseguir una posición.

—Nunca has visto nada parecido, ¿verdad? —preguntó Ferus.

—Nunca.

—Tiene casi cualquier cosa que quieras —dijo Ferus, ondeando una mano hacia los miles de edificios. Trever se sentía impresionado. Nunca había visto tantas luces, y detrás de cada luz había un negocio, una casa, una morada—. Y tengo contactos aquí. Podría ser un lugar para ti donde echar raíces.

Un pinchazo sacudió el estómago de Trever. Había pensado que él y Ferus eran socios. Por supuesto, había considerado dejarlo en Ilum, pero no lo había hecho. Ahora Ferus estaba aprovechando la primera ocasión para deshacerse de él.

Ferus vio la mirada en su cara.

—¿Qué pasa?

La cara de Trever se endureció.

—¿Preparado para descargar la basura espacial, huh?

—No —dijo Ferus—. Pero ahora tengo una nueva meta. Es peligroso. No sé dónde iré, cómo viviré. No puedo arrastrarte a eso.

—Tú no me arrastras.

—Y tú no puedes decirme que no has pensado en marcharte —dijo Ferus—. Hay formas más fáciles de vivir.

—De acuerdo, lo he pensado —admitió Trever—. Y no puedo decir que esté loco por este asunto de la base Jedi. Pero no sé, siento cierta conexión contigo. Esa es la horrible verdad.

Ferus se rió.

—Gracias. Supongo.

Trever se desperezó y puso sus pies en la consola.

—Así que si no te importa, todavía no voy a ninguna parte.

Ferus sabía que debía tratar de no llamar la atención. Sabía que debía atracar en el espaciopuerto más abarrotado y perderse entre el vasto gentío.

Pero no podía resistirse a pasar por el Templo Jedi. Tenía que ver.

Se alzaba ante él. Al principio, parecía un espejismo, irreal, una holo-proyección. Porque esto no podía ser real.

Las torres, quebradas. La mitad superior de los capiteles del Templo, ennegrecida por el fuego.

Estaba en ruinas. Las graciosas habitaciones, los vestíbulos, los jardines, las fuentes. Ido.

Un profundo temblor le traspasó. Sus manos se estremecieron en los controles. A su lado, incluso Trever estaba en silencio.

¿Había asumido realmente la pérdida de los Jedi hasta ese momento? Parecía que no. Ahora le llenó. Se ahogó en su furia, en su dolor. En su pesar.

Estarían en peligro en Coruscant a cada instante. No sabía dónde empezar a buscar al Jedi detenido. No sabía cuáles de sus antiguos contactos estaban muertos. Algunos ahora podían ser espías para el Imperio. Ahora estaba en una nueva galaxia, y no estaba seguro de tener las herramientas para maniobrar a través de ella.

Pero con la mirada en la devastación del Templo, fue más consciente que nunca de su camino.

¿Por qué él? Las visiones le habían acusado de arrogancia. Pero Ferus sabía que la respuesta era simple. Era el único que podía. Encontraría hasta el último de los Jedi y los llevaría a casa.

The last Jedi : Dark WarningDonde viven las historias. Descúbrelo ahora