CAPÍTULO V

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EL CASTIGO DE LA EMPERATRIZ

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EL CASTIGO DE LA EMPERATRIZ

Ingresé al palacio lanzando chispas de furia por todas partes, buscando a Jeon Jungkook. Entré a cada habitación en la que podría estar sin lograr encontrarlo. Hasta que un eunuco me dijo que se encontraba en la sala de planación junto a miembros del consejo y soldados de alto rango planeando su ataque a Paris. Entré sin preguntar, no me importó nada porque no tenía nada más que perder. Así que crucé el salón hasta llegar al emperador, lo miré furioso y enfrente de todos le dejé caer mi mano en su mejilla enfureciéndolo y avergonzándolo.

Un silencio invadió el lugar, Jungkook me tomó por la muñeca arrastrándome a la salida mientras que algunos murmuraban que era una descarada, que no tenía modales, que al emperador le faltaba hombría para mantenerme al margen. Esos comentarios provocaron que Jungkook se enfadara todavía más conmigo, pero no me importó. Yo lo único que quería era venganza por la muerte tan injusta de mis padres.

Me arrastró sin preocuparse por mi bienestar por todo el castillo hasta llegar a la que era nuestra habitación. Al cruzar la puerta comenzó mi infierno. Jeon me puso dos cachetadas en el rostro, luego me tomó por los cabellos arrancándome la peluca para finalmente tomarme por la fuerza por mi cabello natural.

—¡¿Por qué hiciste eso?! —cuestionó gritándome en el oído y sin soltarme del cabello.

—¡Eres un puto asesino! —solté así sin más.

Él se quedó quieto, mirándome a los ojos a medida que aflojaba su agarre de mi cabello.

—Eso no es un secreto, Jimin. ¿Por qué me haz avergonzado enfrente de todos?

—Asesinaste a mis padres. —Finalmente me soltó del cabello sintiéndose descubierto— ¡Lo hiciste, maldito imbécil!

—No te atrevas a faltarme el respeto, Jimin. —Se tocó el puente de la nariz exasperado.

—¡¿Por qué lo hiciste?! ¡¿Para cubrir tu sucio secreto?! ¡¿Para cubrir que soy hombre?! ¡¿Para cubrir que estás demente?!

—Deja de decir tonterías...

—¡Eres un marica, Jungkook! —grité invadido de valentía y rabia—Te gustan los hombres y me estás usando de pretexto para...

—¡Dije que dejaras de decir tonterías! —volvió a gritar golpeándome con los puños en el rostro, en las costillas y en partes del cuerpo que no sabía siquiera que podían ser golpeadas.

—¡No me voy a callar...! —grité tratando de cubrirme la cabeza.

—Te he dado más de lo que mereces —dijo para luego darme otro golpe en las costillas—. ¡¿Y así me lo pagas?! —Me volvió a golpear.

—¡Me haz robado las ganas de vivir! —grité en medio del llanto— ¡Me robaste la libertad, me robaste todo!

—Estás rodeado de lujos. —Se detuvo para tomarme por las muñecas— Eres la emperatriz más mimada y amada de cualquier reino.

—No Jungkook, yo soy Jimin; un pescador. ¡Soy hombre y me haz convertido en emperatriz para calmar la culpa que sientes por haber asesinado a tu primer esposa! —grité furioso.

—No debiste decir eso.

Jungkook me arrancó las vestiduras, después se montó encima mío como una bestia en contra de mi voluntad. Chillé, grité, lloré pero él era muchísimo más fuerte que yo. Así que al final no me quedó de otra más que rendirme. A medida que me embestía soltaba más lágrimas de sufrimiento, de dolor. Lo despreciaba tanto pero también le tenía mucho, mucho miedo.

Me quedé tirando en el suelo, sin fuerzas, sin aliento. Jungkook se puso sus vestiduras para después tomar de entre los cajones un látigo. Me golpeó hasta el cansancio, me escupió, insultó, me humilló.

—Eres... Mi emperatriz, que no se te olvide nunca.

Cuando dijo eso dejó caer el látigo en el piso al mismo tiempo que salía de mis ojos la última lágrima antes de quedarme completamente dormido.

Abrí los ojos y todavía era de noche, la luz de la luna acariciaba mi piel como si fuera un analgésico. Me senté adolorido, logrando aprecias las cicatrice en mi piel, Jungkook me golpeó con el látigo en la espalda, estómago y en cualquier lugar que no fuera visible cuando me pusiera ropa porque el show, la actuación debía de continuar. Yo era la emperatriz y nadie en el reino se enteraría acerca de mi historia.

Sollozando me puse de pie, recogí mis ropas, las puse a un lado de la cama y me tumbé para dormir desnudo porque la tela rozando mi piel era insoportable.

Al día siguiente Jungkook entró con una bandeja llena de fruta, me ordenó que comiera enfrente de él. Mientras comía hacía comentarios muy fuera de lugar.

—Fue tu culpa, todo esto es tu culpa —decía martilleándome la cabeza—. Si hicieras lo que te pido no tendría que golpearte.

Tomó un racimo de uvas para acercármelo a los labios, comí no porque quisiera, lo hice porque estaba atemorizado.

—El ojo morado va a desaparecer pronto, mientras eso sucede no salgas de la habitación. Para el resto de heridas enviaré a Hoseok para que te haga curación.

—No es necesario —musité con fruta en la boca—. No quiero que me vea en este estado.

—¿Pues adivina qué? Se hará lo que yo diga.

Al decir eso salió de la habitación, Hoseok entró minutos después con todo un kit de primeros auxilios. Vendó mis heridas, tarareó una canción animada para tratar de aligerar el ambiente mientras que yo contenía las ganas de gritar.

—Todos están hablando acerca de lo que le hiciste al emperador en la reunión con los altos mandos —dijo cuando terminó de vendarme.

—¿De verdad?

—Sí, algunos te idolatran porque le tienen odio. Otros creen que eres lo peor de lo peor por faltarle el respeto a tu marido.

—¿Y tú qué piensas?

—Estoy contigo Jimin. —Suspiró— Pero que nadie se entere.

—Soy una tumba.

Con el paso del tiempo mi piel sanó, pero el emperador seguía utilizando mi cuerpo como costal de harina para saciar sus placeres carnales.

Y yo, bueno. Solo quería que terminara esa terrible pesadilla.

UNA ESPOSA PARA EL EMPERADOR||  kookmin/ yoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora