CAPÍTULO X

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EL HEREDERO AL TRONO

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EL HEREDERO AL TRONO

Hacía una semana me mudé a Egipto, poco a poco iba adaptándome aunque no comprendía el idioma. Sí no fuera por Hoseok y Taehyung que saben hablar el mío me sentiría muy torpe, es por eso que comencé a aprender egipcio, para entender a los comerciantes y a los diplomáticos porque Taehyung quería que me convierta en escriba.

Cierto día iba caminando por las calles aglomeradas de Egipto cuando dos hombres y dos mujeres me invitaron a ir con ellos en sus camellos a lo que parecía ser un viaje de ida y vuelta al río Nilo que quedaba a ocho kilómetros de la ciudadela. ¿Cómo les entendí? Pues con caras y gestos, emocionado los seguí y monté por primera vez un camello. Se me revolvió todo el estómago pero iba agarrado de la conductora que me seducía con la mirada. Me la pasé la mayor parte del camino sintiendo miedo de caer pero finalmente llegamos al río.

Era hermoso, habían pequeñas balsas de madera con sus respectivos dueños en el lugar. Yo me alejé de las personas que me llevaron hasta ahí enfocándome en la belleza natural del sitio. Caminando debajo de las palmeras caí en cuenta de que había un racimo de dátiles, los había probado en Roma cuando el emperador me invitó a uno de los banquetes exóticos en el palacio. Así que sin dudarlo me puse de cuclillas tomando la frutilla para limpiarla con mi shenti y luego comerla.

Uno...

Dos...

Tres dátiles, ya iba por el cuarto cuando una voz evitó que mi paladar siguiera disfrutando esa delicia.

—¡Oye, vas a dejar a Egipto en escasez!

Al principio me molesté pero luego me emocioné porque alguien más sabía hablar mi idioma. Me puse de pie girando el cuerpo mientras chupaba de mis dedos lo que restaba de la frutilla. Lo que mis ojos vieron fue hermoso.

Era un hombre de piel blanca como porcelana, cuerpo muy bien esculpido al igual que su hermoso rostro, sus ojos eran negros, del mismo tono que su cabello y en sus labios se dibujaba una sonrisa gatuna que derritió mi corazón.

—Hablas mi idioma.

—Hablo muchos idiomas. —Presumió para luego acercarse a mí para después agacharse y tomar el racimo de dátiles entre sus manos— Estos los bajé yo de la palmera, consigue los tuyos.

—Lo siento, no sabía que eran tuyos. Si me acompañas al palacio le diré al emperador que te regale un kilo entero como compensación.

El Egipcio me miró consternado al mismo tiempo que fruncía el ceño.

—¿Tú me llevarás con el Faraón? —Parecía que quería reírse.

UNA ESPOSA PARA EL EMPERADOR||  kookmin/ yoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora