CAPÍTULO II

1.4K 234 40
                                    

EL REEMPLAZO PERFECTO

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

EL REEMPLAZO PERFECTO

El día que la desgracia apareció en mi vida me encontraba pescando, provengo de una familia que sobrevivía gracias a las ventas de diversos mariscos, a la edad de diecinueve años seguía soltero porque mi tonta creencia era encontrar al amor verdadero, a una mujer que sin importar su belleza me amara por encima de todo y yo a ella. Tristemente mi deseo no se cumplió ya que cuando caminaba hacia mi hogar con un par de cubetas llenas de pescados el emperador pasó a mi lado en compañía de dos honorables soldados. Bajé la mirada en señal de respeto porque había escuchado que si no lo hacías el emperador te ejecutaba al instante. Cuando ellos se alejaron seguí mi camino, sin lograr imaginar lo que acontecería después.

—Hola mamá —saludé sudoroso colocando los peces en la mesa para comenzar a limpiarlos.

Mi hogar era modesto, pequeño pero limpio.

—Regresaste pronto, tuviste una buena pesca.

—Al parecer hoy es mi día de suerte. —Debí haberme mordido la lengua al decir eso— Además de pescar rápido el emperador pasó justo al lado mío, al parecer iba hacia los enormes barcos que elaboraron los marinos.

—Que el emperador esté aquí me da mala espina Jimin, —Mi madre suspiró— Ese hombre lleva la muerte a donde sea que vaya...

—Menos mal que no tenemos ningún tipo de trato con él y mientras demos nuestros impuestos a tiempo todo estará bien.

—Así es. —Me acarició el cabello.

Mi madre era rubia al igual que yo, pero sus ojos eran color negros como la noche, tenía unas mejillas rozadas que se sonrojaban todavía más cuando le soltabas un elogio. A pesar de ser una mujer que llegaba casi a los cincuenta años lucía hermosa y radiante. Yo fui su primer y único hijo pues cuando nací hubo complicaciones (al parecer la vida me odiaba desde el vientre de mi madre) hubiera deseado no nacer, en lugar de vivir el infierno que se avecinaba.

—¡El emperador quiere conocerte! —gritó mi padre al abrir la puerta de la casa de un solo golpe.

Él era gordo, su cabello negro como la noche, sus ojos color miel al igual que los míos, era ambicioso pues su familia era adinerada, sin embargo dejó los lujos para casarse con mi mamá. Si de algo estoy seguro es de que mi papá amaba a mamá con locura y con pasión. Yo anhelaba encontrar a alguien que me amara de esa misma manera.

—¿A Jimin? —cuestionó mi madre emocionada. ¿No había dicho que el emperador llevaba la muerte a dondequiera que fuera? Rodé los ojos ante la doble moral de mi madre.

—¡Sí, quiere verte ahora mismo. Está esperando en su carruaje!

—Pero estoy sucio, huelo a pescado y...

—¡Ay hijo mío, ponte estas ropas rápido!

Quizás si me hubiera vestido más lento el emperador se hubiera desesperado, quizás se hubiera marchado, quizás no hubiera sucedido mi desgracia.

Pero me vestí como alma que lleva el diablo y corrí hacia el exterior de la casa hasta llegar al carruaje. Ahí lo miré directo al rostro por primera vez.

Era sumamente hermoso, sus ojos negros parecían leer mi alma, sus brazos y pecho bien marcado se dejaban ver discretamente a través de su vestimenta. Me sonrió con amabilidad estirando la mano para que le besara, esa era la forma en la que un emperador se presentaba a los súbditos.

Le besé la mano, yo estaba abajo del carruaje, él seguía sentado arriba respirando con profundidad. Me escaneó el rostro, me miró los labios, el cuerpo... Y volvió a sonreír asintiendo con la cabeza convencido de que yo era el elegido.

—Ven conmigo, cambiaré tu vida. —Prometió.

—Mi señor, mis padres. Tengo que despedirme de ellos.

Yo no tenía idea para que me quería el emperador, pensé que deseaba que fuera su sirviente, su esclavo, su asistente o su pescador. Fuera lo que fuera tenía la responsiva de aceptar porque que el emperador te invitara al palacio era un honor que nadie debía desaprovechar. Además si me negaba ordenaría que me decapitaran en ese instante.

—Despídete de ellos, tienes cinco minutos —dijo con elocuencia.

Obedecí, corrí al interior de mi casa, les dije a mis padres emocionado que el emperador quería que me fuera con él al palacio. Mi madre festejó, mi padre se preocupó dándome consejos de sobrevivencia.

—Obedece Jimin, lo que sea que te ordene tú obedece para que subas de rango. ¿Entiendes?

—Sí papá, luego veré la forma de venir a visitarlos y enviarles denarios.

—No te preocupes hijo, que Jupiter te acompañe.

Mi madre besó mis mejillas y después salí de la casa.

Subí al carruaje, me senté frente al emperador quien me seguía mirando con profundidad. No me atrevía a hablar, no me atrevía a preguntar para qué me quería porque me parecía una falta de respeto hacerlo.

—¿Cómo te llamas? —Fue él quien rompió el silencio.

—Soy Park Jimin, mi señor.

—Park Jimin... Tienes un nombre hermoso.

—Gracias, mi señor —contesté titubeante.

El emperador se relamió los labios, luego acercó su mano a mi rostro tomándome de la barbilla e inclinándose hacia mí para verme de cerca.

—¿Te habían dicho que eres hermoso?

Su cuestionamiento alteró mi espíritu. Algo me decía que no iba precisamente a trabajar en el palacio. De pronto noté su mirada invadida de lascivia y entre sus piernas formarse un bulto.

—Algunas personas, mi señor —contesté nervioso.

—¿Sabes a dónde vamos, Jimin?

—Al palacio, señor.

—Así es.

—¿Cuál es el trabajo que tiene para mí? —pregunté nervioso, mis manos comenzaban a sudar.

—¿Trabajo? —El emperador soltó una carcajada que se escuchó incluso afuera del carruaje— Jimin, Jimin... Tú eres el reemplazo perfecto, tú serás mi nueva esposa.

Cuando lo escuché decir eso me dieron náuseas y por un segundo pasó por mi mente lanzarme del carruaje y huir.

UNA ESPOSA PARA EL EMPERADOR||  kookmin/ yoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora