Carta de un amor escondido

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Este capítulo es una carta para el Sr. Oscuro, una carta que nunca le entregaré y que por ende nunca sabrá que le escribí. Aviso que será algo larga:

Domingo 12 de noviembre del 2023

Han pasado ya algunos meses desde que terminamos la secundaria, fue una buena etapa de mi vida porque conocí a mucha gente que me apoyó y te conocí a ti.

Te vi por primera vez cuando me uní a clases presenciales en el segundo trimestre del segundo grado de secundaria, hace ya dos años, qué rápido pasa el tiempo, ¿No?

Acababa de pasar año y medio desde el comienzo de la pandemia, año y medio en el que estuve con nula interacción social, así que para mi el volver a clases presenciales fue un nuevo inicio. Ya no era el mismo que era antes de la pandemia, había cambiado mucho, perdí muchas amistades por el repentino corte de comunicación y de mi nuevo grupo conocía a muy pocos. La falta de interacción social me volvió retraído y ablandó mi carácter fuerte y rígido reconocido y respetado por muchos, había cambiado en algunas cosas para mal y en otras para bien.

Estaba inseguro de interactuar con mi grupo, pero los observaba a todos desde mi banca y el que más captaba mi atención eras tú, jugando muy animado con Chipotle como si se conocieran de la infancia, admiraba que conociéndose desde hace tan sólo unos meses ya te llevaras tan bien con la gente, yo también quería esa seguridad, ese admirable nivel de confianza que no tuve ni siquiera antes de la pandemia. Ustedes dos se correteaban por todo el salón cuando no había ningún maestro, era todo un espectáculo verlos jugando tan felices y llevarse pesado, escucharlos reír y contarse anécdotas, aunque ciertamente la única voz a la que le prestaba atención era a la tuya, la única risa que me alegraba entre tantas carcajadas ajenas era la tuya y, al único al que seguían mis ojos cuando ustedes corrían por todo el salón era a ti. No voy a olvidar la vez que por estar jugando con Chipotle rompiste su teléfono y tuviste que pagarle uno nuevo, lo pude ver de primera fila porque lo tiraste justo al lado de donde me sentaba yo, fue muy divertido pero me dio lástima por ti que tuvieras que sacarte como 3000 pesos del orto para comprarle otro a Chipotle Jajajjajaj.

Recuerdo también la primera vez que por un segundo toqué tu mano; yo necesitaba los apuntes de formación cívica y tú fuiste el único que se ofreció a prestarme su cuaderno, lo recibí y sentí tu piel con la mía en un ligero toque accidental y, lamentablemente, muy efímero. No comprendí por qué me emocionó tanto ese inocente rose hasta un tiempo después, cuando observándote en un recreo al fin lo supe y me dije a mí mismo "si, efectivamente. Me gusta este cabrón".

Desde ese momento no me quise quedar de brazos cruzados viéndote de lejos, supe que debía acercarme. Estaba muy inseguro de cómo hacerlo, pues mi habilidad social era nula, pero empecé dándote algunos detalles, dándome a notar contigo e intentando acercarme a ti. Choclo me ayudó con eso, cuando le dije que me gustabas ella que ya era tu amiga me habló más de ti, me dijo qué cosas sabía que te gustaban, cuáles te disgustaban y si yo quería saber algún detalle ella te lo preguntaba y me decía tu respuesta. Yo también hacía trabajo de observación, cuando te escuchaba hablar con tus amigas y se te escapaba algún detalle de ti yo inconscientemente lo recordaba. Aún a la fecha sé cosas de ti que no sabes que sé, cosas que no recuerdas haberme dicho porque jamás me las dijiste pero que en algún momento te escuché decir.

Cuando supe que Chipotle jugó contigo diciéndote que le gustabas y haciéndote terminar con tu novia para que al final te dijera que era broma me molesté. Me enteré de eso cuando iba de regreso a mi casa saliendo de la secundaria y Chipotle iba hablando con su amigo sobre cómo fue que ocurrió todo y del por qué ese día no se habían ni volteado a ver, yo iba caminando delante de ellos y lo escuché todo, empecé a enojarme por cómo ella se hacía la víctima pero lo que de verdad me calentó la sangre fue escuchar cómo hablaba mal de ti, cómo te insultaba. Sentí unas ganas enormes de voltearme y darle un putazo a Chipotle, no soportaba escucharla hablar así de una persona a la que yo valoraba en todo sentido, no soportaba escucharla llamarte idiota y pendejo. Tuve que acelerar el paso y apretar los puños hasta que mis palmas se cortaran por la presión de mis uñas sobre ellas, todo para contener mis ganas de golpear a Chipotle.

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