Pureza Virginal. ❉

Capítulo III

—¿Tienes frío?
Charles casi saltó, sobresaltado por el timbre de su voz, durante la última hora habían estado vagando sin rumbo por la base, y él apenas había dicho nada. Una palabra o dos, de haberle bastado un gruñido, Charles estaba seguro de que eso habría sido todo lo que él habria preferido.

—No, estoy bien ¿Y tú?—Sergio lo miró como si creyera que estaba loco—Lo siento, olvidaba que los marines jamas tienen frío—Añadio Charles levantando ambas manos, con las palmas hacia arriba.

Sergio frunció la comisura de sus labios, pero la expresión de su rostro no cambio, era como estar con una estatua móvil, la simpatia que había sentido por él el día anterior se disolvio en un mar de frustración. incapaz de permanecer callado, Charles, como siempre, estallo.

—¿Y nuestro trato, artillero?
—¿Cómo?—Preguntó tomándolo del codo para rodear el coche aparcado.
Charles hizo caso omiso del calor que prendió en su cuerpo con aquel mero contacto. No necesitaba más distraciones para sus hormonas, ni empeorar las cosas aún más. Además, a sus veintiséis años, era un poco mayor para encapricharse de hombres con los que no llegaría a ninguna parte.
Y más aún ¿Acaso no habían hecho un trato?

—Disculpa ¿No eras tú el tipo que ayer me ofrecio un trato?—Pregunto Charles apartandose un mechon de la frente.
—El mismo.
—Uh-huh—El mismo tipo imponente, pensó Charles echándole un vistaso, admirado. Alto, vestido de camuflaje, parecía un muro color caqui. Con preciosos ojos color chocolate—Y bien ¿Qué ha sido de esa parte del trato en la que se decía que nos llevaríamos bien durante este mes, y que no nos hariamos desgraciados el uno al otro?

Sergio arqueo una de sus cejas negras.
—¿Es que eres desgraciado?
—¡No, por dios!—Respondió Charles con sarcasmo—Por el momento, esto es más divertido que Disneylandia.
Sergio detuvo sus pasos y suspiro dramatica y pesadamente, para volver el rostro hacia él antes de decir:

—¿Cuál es el problema?
—El problema, artillero, es que podría pasear por aquí solo.
—Y eso ¿Qué quiere decir?
—Quiere decir que podrias hablar de vez en cuando ¿O es que te han ordenado que guardes silencio?

Un soplo de aire frío los barrió a ambos, hizo revolcar la camisa de Charles, jugó con la maraña de sus cabellos, y lo hizo estremecerse de arriba a abajo, pero incluso ese soplo fue más calido que la mirada de Sergio.

En un segundo o dos, sin embargo, la expresion de sus ojos cambió, remplazada por una frustración que Charles comprendio perfectamente. Llevaba años viendola en los marines, casi toda su vida, jamás había encajado en una base y, una vez más, el hecho volvía estae claro ante sus ojos.

Sergio sacudio la cabeza, levantó la vista encima de sus cabeza y se quedo mirando a la lejanía. Más allá un avión despegó, el sol se asomaba entre un hueco en las nubes.
—No, no me han ordenado que guarde silencioo—contestó él bajando la mirada, para de nuevo levantarla hacia él—Es solo que...
—Lo sé, no quieres ser mi guía.
—No es mi mayor deseo—Admitió Sergio mirandolo a los ojos.
—Bien al menos eres sincero.
—No es culpa tuya—musitó Sergio—Pero no tiene ninguna gracia.

—Cuéntamelo a mí—Respondio Charles volviendose a quitar un mechon de la frente—¿Crees que me gusta pasar de mano en mano, de un marine a otro? Yo no soy un fácil.
—¿Y por qué lo toleras?
—¿Has tratado alguna vez de decirle "No" a mi padre?
—Tengo que admitir que no.
—No te lo recomiendo.—Advirtio Charles.

No es que su padre se pusiera hechouna fiera; simplemente hacía caso omiso a sus objeciones. Había llamado cobarde a Sergio pérez, pero lo cierto era que él tampoco se había atrevido a decirle la verdad.

—No me malinterpretes, papá es estupendo. Es sólo qué ¿Cómo explicarlo...?
—¿Es un marine?
—Exacto.

Sergio se quedo mirandolo, su sonrisa podía calificarse de arma, de alta tecnología, tenía la potencia de una bomba nuclear y, posiblemente causaba ese efecto sobre cualquier hombre, era capaz de dejarlos a todo gimiendo.
Pero él, no obstante, era otra historia.