Capítulo IV

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-¿Haces alguna vez lo que se te manda?-Preguntó Sergio tensamente.
-Casi nunca-Respondió Charles, no sin orgullo.

De pie junto a él, en la oscuridad, Sergio no sabía si deseaba estrangularlo o besarlo. Hiciera lo que hiciera tendría problemas, de modo que tuvo que resistir ambos impulsos.

A pesar de todo, podía sentir su calor atraerlo hacía él. Y, después de tanto tiempo de abstinencia, la tentación de aproximarse a Charles era muy fuerte. Pero las alarmas de advertencia comenzaron entonces a sonar en su mente. Por desgracia, no era su mente, lo que estaba de guardia esa noche.

La luz de la luna apenas alcanzaba aquel oscuro rincón de la base. A pesar de la penumbra Sergio no tuvo dificultades en admirar la delicadeza de los rasgos de Charles.

La palidez de su piel o la belleza de su cabello rizado, revuelto sobre su cara. Sergio aspiró la fragancia de su perfume tentador, y algo se tensó muy dentró de él.

¿Que tenía aquel hombre, que onseguía atravesar las defensas que él mismo había puesto durante los dos últimos años?

-¿Cómo sabías que estaba aquí?-Preguntó Charles en voz baja, para que nadie pudiera oirlo.

¿Cómo explicarlo? Se preguntó Sergio, No iba a confesarle que había presentido su presencia. Hubiera preferido enfrentarse a un pelotón de fusilamiento, antes que admitir que, de hecho, lo había estado buscando. Sergio lo tomó por la muñeca y alzó su brazo, sacudiendoselo ligeramente.
El melódico tintineo de las campanas de su pulsera resonó en la oscuridad.

-Ah...-Exclamó Charles-Sabía que debía haberme vestido un poco más de camuflaje.
-¿Un poco más?-Repitió Sergio, dejando que su vista bajara por la silueta de Charles.

Incluso en la oscuridad, Sergio pudo ver que no iba vestido, precisamente de espía. Llevaba un sueter grande de color pálido y brillante, y una camisa clarita debajo y una pantalón . La ropa no podía ser más llamativa; parecía pintado de colores reflectantes.

-Bien, ya se que no soy buena espía, además el negro no me sienta muy bien.
-Vamos-Lo animó Sergio sin soltarle la muñeca-Te llevare a casa.
-Podría quedarme sencillamente aquí...-Comenzó a decir Charles sin moverse.
-Olvídalo-Le dijo Sergio mirando a los reclutas, que entraban en el vestíbulo de recepción-El espectaculo ha terminado.

-Esta bien, ya me voy, pero no hace falta que me acompañes, el sargento Russell debe de estar esperándote.

Cierto, pensó Sergio mirando a su izquierda, a traves del cristal, pero en el vestibulo de recepción había más marines que podían ayudarlo. Y al coronel no le gustaría saber que su hijo había vuelto a casa solo a mitad de la noche. Sergio tomo una decisión.

-Espera aquí.
Entonces soltó la mano de Charles y entró en el vestibulo de recepción, apenas le llevó un minuto decirle al sargento Russell que se marchaba, Sergio salió de inmediato a la oscuridad y busco a Charles entre la niebla.

Miró en el lugar exacto en donde lo había dejado. naturalmente, Charles no había seguido su orden, ni estaba allí. Conociéndolo en ese preciso instante podía estar en cualquier parte.

 Conociéndolo en ese preciso instante podía estar en cualquier parte

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Pureza Virginal.  ❉Donde viven las historias. Descúbrelo ahora