Una semana y no conseguía sacarse a Charles de la cabeza. Fuera un favor hacia el coronel o no. Sergio se había mantenido alejado de su hijo, suponiendo que ambos necesitaban un período de descanso. Aunque lo cierto era que la cosa no había funcionado. Al menos no en su caso.
Que él supiera, Charles Leclerc, no había vuelto a pensar en él ni un segundo. En realidad, no lo creía así, después del modo en que se había entregado en sus brazos, Sergio sabía que Charles recordaría aquellos instantes robados en su apartamento. Y estaría sediento de más, igual que él.
Y esa era precisamente la razón por la que se mantenía alejado de él. Hasta ese momento.Sergio lo observó pasar por el interior de la guardería. Con la barbilla levantada y el pelo revoloteando al viento igual que la camisa color zafiro. Un rayo de sol se reflejaba en la cadena que llevaba y casí podía oír el tintineo de las campanitas en su pulsera.
¿Cómo podía haber ocurrido? Se preguntó ¿Cómo podía haberse permitido a sí mismo sentirse atraído por aquel hombre? Charles se había lanzado sobre él como un ataque a media noche. Había traspasado sus barreras, se había infiltrado en la fortaleza, había atravesado sus defensas personales y lo había asaltado. Con una simple sonrisa y un meneo de cabeza.
Se suponía que él era inmune a ese tipo de cosas. Habría jurado que la dureza, la frialdad y el carácter calculador de Max habían desvanecido toda posibilidad de volver a sentir amor.
¿Amor? Se preguntó de pronto. Solo la palabra lo sobresaltó ¿Amaba a Charles?
No. La mera idea le resultaba tan desagradable que le era imposible tan solo considerarla.No volvería a repetir esa experiencia. Otra vez no. No volvería a ofrecerselo todo a un hombre solo para observarlo después arrojarselo a la cara. Jamás volvería a confiar en nadie como había confiado en Max.
Quizá hubiera aprendido la lección por las malas, pero la había aprendido bien. Sentía algo por Charles pero no era amor. Era deseo, puro y simple. Lo deseaba, no lo necesitaba. Y eso era todo.
Por primera vez desde que lo abandonara Max, Sergio había conocido a un hombre que le interesara. Un hombre que desafiaba su mente y, al mismo tiempo, torturaba su cuerpo. Podía disfrutar de la experiencia, se dijo a sí mismo, sin darle más importancia de la que tenía. Al fin y al cabo eran dos adultos, hechos y derechos.
Uno de los cuales era, precisamente, el hijo comprometido de su superior, pero esa era otra historia.
Lo importante era que ambos sentían ese anhelo, que ambos necesitaban satisfacerlo, se dijo, acercándose a la ventana para verlo mejor. Y lo único que tenía que hacer era permitir que ese anhelo fuera satisfecho.
Permitir, reflexiono Sergio dirigiendose a la puerta, que abrió saliendo afuera. Sergio echó a caminar trás él recordando que cualquiera que fuera a "Permitirle" algo a Charles, iba directo a la guerra.
Charles lo oyó aproximarse. Es decir, oyó fuertes pisadas trás él. Podría haber sido cualquiera, pero la forma en la que le hirvio la sangre era signo inequivoco de que era Sergio.
Era extraño que tan solo con su presencia pudiera hacerlo estremecerse y todo su cuerpo temblara en necesidad. Instantáneamente los recuerdos surgieron en su mente.
Recordó la imagen de él mismo sobre Sergio, desnudo, recodó vividamente sus manos dobre él, el calor de su boca en los pezones, la suavidad de sus dedos al penetrarlo. La boca se le secó de pronto, un oscuro y vibrante vacío se instalo en su interior.
—¡Charles!
Él se detuvo y trató de reunir saliva para poder contestar. Por supuesto, nada más darse la vuelta y verlo, comenzo a babear. Problema resuelto.
ESTÁS LEYENDO
Pureza Virginal. ❉
Romance¿Por que después de una noche de pasión quería que ese marine acatara todas sus ordenes?