Capítulo VIII

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Sergio envolvió con los brazos a Charles y lo estrecho fuertemente. Sus buenas intenciones se evaporaron en cuanto sintió el pecho de él apretado contra su torso.
Abrió su boca con la lengua y lo saboreó por primera vez, con la sangre hirviendo y el corazón acelerado.

Mucho mejor, pensó. Mejor de lo que recordaba. Besar a Charles bastaba para alimentar y sostener a un hombre el resto de su vida. Gimiendo, movió los los brazos hasta acurrucarlo muy cerca. Lo sujetaba fieramente, como si temiera que alguien pudiera entrar en la casa para exigirle que lo soltara.

En aquel instante, con los labios contra los de él, sintiendo el aliento de Charles sobre su mejilla, Sergio sabía que no debía hacerlo. Pero que aunque un batallon completo hubiera entrado por la puerta él habría sabido hacerle frente.

Tenía que tocarlo, tenía que poseerlo.

Camino hasta el sofá, se sentó en el y colocó a Charles sobre su regazo. Los brazos de él, lo rodeaban por el cuellosujetándolo con fuerza. Charles daba todo lo que tenía, lo besaba y se abandonaba a él amenzando con arruinar su mundo.
Pero a pesar de todo no era suficiente.

Sergio apartó los labios de él para dibujar con sus besos la curva de su garganta. Al llegar a la apertura del albornoz se detuvo para notar la vibración de los latidos de su corazón. Charles suspiro profundamente al Sergio deslizar una mano bajo la prenda y abrazar uno de sus pectorales.

—Sergio—Susurró el con voz tensa.
—Estoy aquí, cariño—Aseguro él tomando entre sus dedos su pezón para acariciarlo, rozarlo y estrujarlo hasta hacerlo retorcerse bajo su regazo.

Charles movió y hundió el trasero sobre él. Sergio estaba tremendamente excitado. Tanto, que creyó que reventaría. Finalmente él lo sujeto para que se estuviera quieto, abrazándolo por la cintura y las caderas. La deliciosa presión de su cuerpo, clavado sobre el de él, lo volvió loco mientras enterraba la cabeza en su pecho y saboreaba uno de sus pezones. Nada más meterselo en la boca, Charles gimió y se presióno contra él.

—Sí, Sergio—Gritó Charles tragando fuerte—Oh, sí...sigue así.
Eso mismo pensaba hacer él. Pensaba en saborear, lamer y succionar toda su carne hasta que ninguno de los dos pudiera volver a pensar con sensatez. pero los mejores planes siempre son los que se vienen abajo.

La respuesta apasionada de Charles lo excitaba terriblemente, lo impacientaba de tal modo que apenas podía esperar un minuto más.

Sergio alargo una mano acariciando todo su cuerpo, buscando suspiernas, sin prisa acaricio sus muslos, subiendo poco a poco hasta encontrar su erección.

Con delicadeza paso sus dedos por su longitud, era como acariciar algo sumamente suave y duro a la vez.
Charles suspiró sumergido en el placer que le estaba recorriendo.

Sergio envolvió su longitud y con el pulgar esparcio el liquido preseminal por toda su longitud, llevo dos dedos a su boca y los empapo de saliva.

Sergio observó sus ojos brillantes, su boca abierta, su lengua lamiendo su labio inferior.
Con prisa llevo los dedos a su trasero y acaricio su entrada, tentando el terreno. Sergio deslizó un dedo en su interior y casi se deshizo del placer. Charles estaba tan caliente, tan húmedo, tan apretado. Sergio miró hacía bajo, disfrutando de la vista de su mano envolviendo su hermosa erección.

Él se dejaba llevar, caía en sus manos como fruta madura, Sergio lo penetró una y otra vez, acariciando y torturando, empujándolo al borde de la locura y retirandose después. Negándose a darle la satisfacción que Charles tanto quería.

—Sergio, por favor...¡Ah, Dios!...es...es tan...
—Vamos cariño—Dijo él deslizando otro dedo en su interior y aumentanto el ritmo con el que lo masturbaba, sus dedos rozaban un punto sensible en su interior-Deja que suceda.

Pureza Virginal.  ❉Donde viven las historias. Descúbrelo ahora